El teléfono sonó varias veces y nadie contestó, pero después de algunos intentos una voz femenina respondió. Desde el punto en que se realizó la llamada habían más de 300 kilómetros de distancia hasta Gracias a Dios, el segundo departamento más grande de Honduras, pero el más olvidado.
-Buenas tardes, doctora.
-Buenas tardes, licenciada. Contestó.
-¿Cómo está?, ¿qué dice Gracias a Dios sobre esta pandemia?
La pregunta, no muy explícita, fue suficiente para que la doctora, Egla Santely, directora Hospital Puerto Lempira, resumiera todo en una frase: 'por gracia de Dios el virus no ha llegado aquí'.
La llamada se realizó horas antes de que se informara del primer infectado en ese departamento.
Era el sábado 13 de junio; ya habían pasado tres meses y dos días desde que se registró el primer caso de covid-19 en Honduras, pero ese olvidado punto geográfico, que realmente tiene mucho que agradecer a Dios, no conocía del impacto de la enfermedad, menos cuando ellos están prácticamente atados de pies y manos.
Cuando la cuarentena comenzó, la gente oriunda de ese departamento o que por alguna razón se había quedado allí comenzó a movilizarse. Egla contó que las autoridades gestionaron el retorno de algunas personas, mientras los médicos estaban a la expectativa de que alguno estuviera contagiado.
El departamento de Gracias a Dios, conocido por tener en sus entrañas la Reserva de la Biosfera del Río Plátano y la Ciudad Blanca o la Ciudad del Dios Mono, es rico en historia y fuentes naturales, pero casi nadie habla de esa zona como un lugar adecuado para irse a vivir. Por allí circula todo, menos el desarrollo.
VEA TAMBIÉN: Honduras: Así avanza la curva del coronavirus en cada departamento
Para llegar la gente puede hacerlo vía terrestre, pero hay puntos, como La Mosquitia, donde solo pueden ingresar a través de un avión o en canoas.
El único hospital está en Puerto Lempira, la cabecera de Gracias a Dios. Se trata de un centro asistencial básico con capacidad para 68 pacientes y que no cuenta con especialidades porque encontrar médicos que quieran trabajar en un lugar tan recóndito es casi imposible.
Es el único hospital para los 104,261 habitantes, por lo que solo asisten cuando se trata de situaciones graves, como el covid-19; usualmente curan sus enfermedades con hierbas y recetas que han pasado de generación en generación.
El hospital tampoco tiene respiradores artificiales y si necesitan algo para atender a pacientes o enviar muestras deben esperar a que algún vuelo salga. Este proceso puede ocurrir una o dos veces por semana, pero la gestión fue más rápida de lo planeado cuando se habló de los primeros cuatro casos sospechosos de covid-19.
“La región muy responsablemente ha investigado y, afortunadamente, los primeros cuatro casos el Laboratorio Virología nos apoyó con una respuesta oportuna, no tuvimos que esperar muchos días. Las primeras muestras que se mandaron fueron con apoyo de la Fuerza Aérea y salieron negativas”, contó a EL HERALDO la experta.
Para ese sábado, ya se hablaba de ocho casos sospechosos en Gracias a Dios. Los primeros cuatro habían sido descartados, dos muestras estaban en Tegucigalpa y dos aún seguían en Puerto Lempira a la espera de que “haya un vuelo, el lunes o martes, a ver qué nos reportan”, dijo esperanzada la doctora Egla.
Seguramente en ese momento no pasó por su mente que uno de los cuatro pacientes que recientemente había atendido era positivo. Horas más tarde, el Sistema Nacional de Gestión de Riesgos y Desastres (Sinager) confirmó el primer contagio: un hombre de 32 años, procedente del municipio de Juan Francisco Bulnes.
El hondureño era uno de los dos casos que mandaron el viernes al laboratorio de Tegucigalpa. Del segundo posible infectado se desconocen detalles.
La doctora afirmó que todos los casos sospechosos estaban en casa y que el último había sido enviado a su vivienda horas antes de la llamada con EL HERALDO.
'Si esto se llegara a complicar más, no sé cómo lo llegaramos a enfrentar porque somos un hospital pequeño, con 38 camas censables y el resto no censables, para hacer un total de 68 camas', dijo con preocupación la experta.
El hospital de Puerto Lempira no tiene una sala exclusiva para pacientes con coronavirus. Las autoridades de ese centro asistencial habilitaron 14 camas en el edificio de consulta externa para aislar a los casos sospechosos, pero debido a que es un espacio improvisado no tiene las condiciones adecuadas.
'En este momento las 14 camas están libres, porque los cuatro sospechosos (uno positivo) que tenemos están estables y los estamos manejando de manera ambulatoria', mencionó.
Aunque el virus tardó tres meses en llegar a este departamento, la evolución puede tener mayores secuelas, pues además de la cantidad de habitantes, Gracias a Dios solo tiene un hospital que no está acondicionado para tratar con los infectados.
VEA ADEMÁS: Dramático traslado de una paciente sospechosa de covid-19 en el HE
“Esperamos que nos apoye el gobierno central con un hospital móvil, de no ser posible un hospital móvil esperamos el apoyo para habilitar una sala covid-19 con todos los equipos médicos necesarios”, solicitó Egla.
Ivest-H se comunicó con la experta porque 'están analizando destinar ventiladores mecánicos para el hospital, pero no sé cuántos' y mucho menos cuándo, pese a que se trata de una de las prioridades, ya que en todo el departamento no hay ni un tan solo aparato.
A la fecha, este departamento, ubicado al nororiente de Honduras, solo registra un caso de la enfermedad, pero el mayor temor de los médicos es que la situación se salga de control sin tener la capacidad hospitalaria, ventiladores artificiales y el resto de equipo médico para salvar la vida de los pobladores del olvidado Gracias a Dios.
