Sin embargo, la figura del candidato presidencial, Mauricio Villeda, tiró al cesto de la basura todos esos pronósticos y logró recuperar, en la medida de lo posible, la fortaleza y la grandeza del partido rojo blanco rojo.
Apelando a la honestidad, a recobrar los valores morales y a fortalecer el estado de derecho, Villeda logró levantar la simpatía de miles de hondureños (632,320 votos) y de esa forma el Partido Liberal aún sigue vivo, herido, pero vivo.
Esta institución política sufrió un fuerte golpe luego de la crisis política del 28 de junio de 2009, cuando se derrocó al presidente Manuel Zelaya Rosales. Esos hechos dividieron a sus líderes y a su base. De hecho, todo el país se dividió.
Después, con la formación del partido Libre, miles de liberales se sumaron a las filas de esa entidad política, liderada por Zelaya Rosales.
Desde entonces se creyó que el partido se convertiría en una fuerza minoritaria, pero no fue así. La figura de Villeda, prácticamente en solitario, asumió el reto de recuperar el caudal político que históricamente ha poseído el partido, que hasta el 2009, era el más grande de Honduras.