Y es que para quien voltee al pasado hacia unos cuantos años o incluso varias décadas, se encontrará en su infancia o juventud con la imagen de un azul más oscuro, profundo, que poco o nada se parece al establecido en febrero de 1866 cuando se creó este símbolo patrio.
Conversando con el historiador Edgar Soriano Ortiz, y tomando referencia del contexto político actual, traer el tema a la mesa era más que oportuno. La asunción de la presidenta electa Xiomara Castro de Zelaya llega acompañada de un sinfín de cambios, entre los que se incluye devolverle a la Bandera de las cinco estrellas su tono verdadero.
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Bases o referencias
“Las franjas superior e inferior simbolizan los dos océanos que bañan nuestras costas, pero donde usted encuentra el color azul turquesa es en el Atlántico, justamente cuando ve el mar Caribe desde un plano aéreo, ese es el argumento”, apunta Soriano.El historiador alude a que dicha comparativa hace referencia al recurso natural que se debe proteger. “En realidad, tiene un concepto muy simbólico, muy bonito”, agrega. De ahí las bases y referencias en torno a porqué ese tono y no cualquier otro dentro de su gama.
La elección se hizo durante el mandato de José María Medina Castejón, político y militar hondureño con el grado de capitán general que llegó a ser el primer presidente de Honduras como república y ejerció ese puesto en siete ocasiones. Luego hubo un decreto en tiempos de Juan Manuel Gálvez, en 1949, donde se ratificó.
“Lo que sucedió con Gálvez fue que quedó constituida la Bandera tal y como la vemos ahora, en el sentido de cómo están proporcionadas las franjas, las dos azules que son turquesa y la franja blanca al medio con las cinco estrellas. Y es que antes esta distribución había ido cambiando”, añade el especialista.
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¿Cuándo sucedió el cambio?
Soriano lamenta que en realidad no exista claridad respecto a desde cuándo se fue optando por ese color más profundo, conocido erróneamente como “azul bandera”. “Se necesita quizá algún historiador que se involucre de lleno a escudriñar, pero va a ser difícil poder encontrar fechas exactas”, comenta.Entonces, la gran pregunta sería: ¿Por qué lo cambiaron? La inercia de nunca respetar la ley y lo que fue decretado en el pasado se postula, según el historiador, como una respuesta bastante probable.
“El tema se basa mucho en la debilidad institucional y en la carencia de una continuidad de respeto a los derechos de la ciudadanía y a los principios de libertad y democracia. Como no hay un entendimiento claro sobre esto en distintos estamentos de la sociedad, y por el manejo autoritario de las instituciones, generalmente nunca se apela a lo ya establecido legalmente”, explica.
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Por otra parte, el experto alude a que muchos aseguran que fue el Partido Nacional, que gobernaba entre las décadas de los 60 y 70, el que empezó a usar en la Bandera Nacional un tono más parecido al azul de su propia corriente. “Gente vinculada a la oposición planteaba mucho que había una especie de apropiación del color, lo entienden así”, complementa.
Ahora en 2022 Xiomara Castro de Zelaya retoma el asunto. “Recordemos que la posición de Libre es reivindicar el derecho que tiene la soberanía del país en torno a sus recursos naturales y cómo podemos negociar. Se ataca a las ZEDE (Zonas de Empleo y Desarrollo Económico) y todo esto se reviste de un enorme simbolismo de memoria histórica”, añade el analista.
En conclusión, Soriano coincide en que lo anterior se conjuga con toda una campaña de cambio, porque el nuevo gobierno propone refundar el país, transformarlo y enrumbarlo por el camino de una democracia más participativa.
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La ruta correcta
Ante la duda de si son cosas que suceden solo en Honduras, el experto opina que la diferencia se basa en la forma de proceder. “Yo veo que en otros países hay mayor respeto a sus símbolos. Y cuando surge un planteamiento de transformar o cambiar una bandera, se presenta todo un argumento bien estructurado”, compara el historiador, refiriéndose a lo ocurrido con el primer cambio.“Nada está escrito en piedra, nada es pétreo. Si usted quiere modificar un símbolo, con el suficiente argumento para hacerlo, que sea con toda la legalidad y legitimidad, no habrá ningún problema. El asunto es cuando aquí las cosas pasan por inercia, en madrugones o negociaciones bajo la mesa. La gente se ha cansado y eso se vio reflejado en el voto de castigo del 28 de noviembre”, apuntó.
Ahora bien, respecto a la reimplementación del azul turquesa anunciado por la primera mujer presidenta del país, Soriano hace constar que los decretos históricos ya existen. Por ende, el gobierno ampliamente puede decretar que sea de uso obligatorio, y Xiomara lo está haciendo.
“Ya las instituciones empezaron, las Fuerzas Armadas modificaron sus uniformes, vemos automóviles de Estado que portan la bandera azul turquesa, se está usando en actos oficiales. De ahora en adelante nadie se va a atrever a cuestionar lo que está bien fundamentado en la historia. Todos deben contribuir en hacer ese cambio apelando a la memoria histórica. Hay que ofrecer obediencia”, resalta.
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Pertenencia
Por supuesto, ser hondureño es mucho más que ondear una bandera de color azul turquesa, pero hacerlo es parte de esa transición hacia el respeto que el país merece. “Uno de los símbolos que identifica más a los hondureños en todo el mundo es la Bandera Nacional. Esta reviste de un simbolismo enorme, de una cohesión enorme en el ser hondureño”, resalta el experto.“Este jueves, cuando Xiomara tome posesión como presidenta de Honduras, vamos a ver, como quizá nunca antes, que se flameen tantas banderas azul turquesa dentro y en las afueras del Estadio Nacional”, concluye Soriano.
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