Iris Xiomara Castro Sarmiento hizo historia el pasado 28 de noviembre al convertirse en la primera mujer presidenta en Honduras, pero tras su triunfo político carga una vida de constantes cambios, que sin pensarlo serían los que hoy le permitieron tomar las riendas del país. Fotos: EL HERALDO/ Cortesía
Xiomara, nacida el 30 de septiembre de 1959 en Tegucigalpa, se casó muy joven con Manuel Zelaya, con quien tuvo cuatro hijos. Así lucían en los primeros años de su relación.
Para aquel entonces ni él ni ella soñaban con convertirse en presidentes, pero terminaron lográndolo, aunque en años diferentes y con una carrera política totalmente distinta.
Las fotografías de su juventud muestran a una mujer sencilla, con poco o nada de maquillaje y con una vida dedicada al hogar.
En 2006, su rostro se hizo conocido a nivel nacional e internacional por ser la primera dama, esposa del presidente liberal que ganó las elecciones en 2005. Aquí se le ve saludando a la primera dama saliente, Aguas Ocaña de Maduro.
Aunque como primera dama tuvo algunas proyecciones con la población y le tocó importar algunos discursos, no fue la figura más sobresaliente de esa gestión.
En su tiempo como primera dama siempre lució estilos muy elegantes y experimentó con femeninos peinados que resaltaban su feminidad.
Las participaciones en los medios fueron limitadas, pero sin duda le servirían para lo que venía: un tiempo en el que tuvo que alzar su voz a nivel nacional e internacional.
En 2009, cuando su esposo estaba a seis meses de culminar su mandato, ocurrió un golpe de Estado en su contra. Él fue llevado a Costa Rica tras un asalto a su vivienda y ahí comenzó el protagonismo de Xiomara Castro.
Xiomara, que ya no contaba con el grado de primera dama, recurrió a las autoridades hondureñas y a entes internacionales para la restitución de su esposo o su regreso al país y comenzó a encabezar manifestaciones en las calles. Ahí comenzó a dejar de lado el estilo elegante que le exigían los eventos a los que había ido. Pero no solo sus atuendos se transformaron, también el resto de su apariencia física y su carácter.
Con sombreros, gorras, camisetas y jeans, Xiomara comenzó su lucha por el retorno de Zelaya, ganando la atención de propios y extraños y el respeto de los seguidores de su derrocado esposo.
Una vez con el retorno de Manuel Zelaya, ambos comenzaron su proyecto para llevar el movimiento que tomó fuerza en las calles al ámbito político y tras su inscripción como Partido Libertad y Refundación (Libre) ella fue la ungida para ser la candidata a la presidencia.
Xiomara ha dicho que ese ha sido uno de los más grandes retos de su vida, pero que entonces aún le quedaba mucho por aprender. En las elecciones de 2013 se vio vencida por el candidato nacionalista Juan Orlando Hernández.
Castro siguió al frente del partido con el respaldo de su esposo y cuatro años más tarde desistió de una nueva candidatura para darle paso a una alianza con Salvador Nasralla, coalición con la que nuevamente fue vencida por Hernández.
Uno de los cambios más notorios en el desarrollo político de la ahora presidenta es la madurez política que alcanzó con el paso de los años, pues pasó de leer sus discursos a formularlos en tiempo real mientras se dirige a la población, también dejó atrás la imagen que muchos tenían, en la que siempre era acompañada por su esposo a los actos públicos y se dejó ver sola o con sus hijos, que también se involucraron en su campaña.
Además, su experiencia en las calles le permitió homologar los dos estilos que antes vimos: su característico maquillaje y joyas recatadas, su cabello castaño, en ocasiones suelto y en otras atado, pero con la adaptación del sombrero que las protestas le enseñaron a portar.
De esa manera, tras ganar la simpatía de más de un millón 700 mil votantes, Xiomara Castro asumirá este jueves la presidencia de Honduras, con los ojos del mundo puesto sobre su gestión y con el reto de dirigir a un país golpeado por décadas de corrupción , desastres naturales, pobreza y migración.