Horas más tarde, de ese mismo 17 de enero, el Palacio de Buckingham anunció que el rey Carlos III, que tiene 75 años, deberá ser hospitalizado debido a una hipertrofia benigna de próstata.
Esta comunicación sobre la salud del rey, inusual por parte de la monarquía, tenía como objetivo advertir a la población sobre esta patología, muy común entre hombres de cierta edad y generalmente poco grave.