Para este 2024, muchos diseñadores aspiraban a crear una sensación de “atemporal” en contraste con volúmenes esculturales y básicos de punto. Así, la etérea elegancia de los vestidos de lunares, muchos de ellos diáfanos, se equilibró con looks negros o blancos más sólidos (y a menudo sueltos), con materiales reciclados, usados o sostenibles.