Una vez en México, como la única representante de su país en esta edición, Cesia tuvo algunos tropiezos, pues los críticos la atacaron por considerar que carecía de humildad, además de criticar su dicción, su poca habilidad para bailar, para usar tacones y hasta por la ropa que usaba en sus conciertos, aunque esto no dependía de la hondureña, sino del equipo designado por La Academia para personalizarla.