Pero una vez dentro de la cárcel tampoco se detuvo: en una ocasión, le arrojó caramelo hirviendo en la cara a uno de los reclusos porque este no le “quería prestar” su pareja para tener sexo. A otro preso, identificado como Martín Castro, lo apuñaló y debido a la intervención de otras personas no lo mató, pero al llegar la noche, mientras su víctima dormía, le tiró aceite hirviendo en la cara.