Pidió a un cura para confesar sus pecados y poder pedir perdón por lo que hizo. Momentos antes de ser acribillado por el pelotón, gritaba que quería hablarle a los presentes insistiendo en que él solo había matado a cuatro y su primo al resto y a este lo dejaban vivo. La leyenda del asesino en serie se hizo reconocida, cuando, luego del fusilamiento, la facultad de Medicina de la Universidad de San Carlos decidió hacer estudios del cadáver y en particular de la cabeza del criminal, para lo cual fue retirada del cuerpo, hasta que en los años ’90 se reportó que la misma había sido robada.