Siempre tocado con un turbante negro y luciendo un abrigo religioso, el presidente Ebrahim Raisi, en paradero desconocido este domingo tras un accidente de helicóptero, dirige Irán desde 2021 en un contexto agitado a nivel internacional y de protestas dentro del país.
Raisi, un ayatolá de 63 años, es considerado un ultraconservador y un firme defensor de la ley y el orden.
El domingo se iniciaron intensas búsquedas en el noroeste de Irán para encontrar el helicóptero en el que viajaba, que sufrió un “accidente” según las autoridades y los medios de comunicación oficiales.
Sucedió al moderado Hasan Rohani, que lo había derrotado en las presidenciales de 2017 y que, tras dos mandatos consecutivos, no pudo volver a presentarse.
Raisi salió reforzado de las legislativas celebradas en marzo, que fueron las primeras elecciones a nivel nacional desde el estallido del movimiento de protesta que sacudió Irán a finales de 2022 a raíz del deceso de Mahsa Amini, que murió tras haber sido detenida por no respetar el código de indumentaria que rige la República Islámica.
Tras esos comicios, el presidente iraní se mostró satisfecho por el “nuevo fracaso histórico infligido a los enemigos de Irán tras los disturbios” de 2022.
El Parlamento, que asumirá sus funciones el 27 de mayo, estará en gran medida bajo el control de los sectores conservadores y ultraconservadores que apoyan a su gobierno.
Estos últimos meses, Raisi se mostró como un firme adversario de Israel, archienemigo de la República Islámica, apoyando a Hamás desde el 7 de octubre, cuando empezó la guerra en Gaza entre el Estado hebreo y el movimiento islamista palestino.
Irán lanzó un ataque inédito el 13 de abril contra Israel, con 350 drones y misiles, la mayor parte de los cuales fueron interceptados con la ayuda de Estados Unidos y de otros países aliados.
Raisi figura en la lista negra estadounidense de dirigentes iraníes sancionados por “complicidad” en “graves violaciones de los derechos humanos”, unas acusaciones que las autoridades de Teherán rechazan.
Nacido en noviembre de 1960 en la ciudad santa de Mashad, en el noreste, Raisi fue nombrado fiscal general de Karaj, cerca de Teherán, con tan solo 20 años, tras la victoria de la Revolución Islámica de 1979.
Formó parte del engranaje judicial durante más de tres décadas: fiscal general de Teherán de 1989 a 1994, jefe adjunto de la Autoridad Judicial de 2004 a 2014, año en el que fue designado fiscal general del país.
En 2016, el guía supremo Ali Jamenei lo colocó al frente de la poderosa fundación benéfica Astan Quds Razavi, que gestiona el santuario del Imán Reza en Mashhad además de un enorme patrimonio industrial e inmobiliario.
aisi, hombre poco carismático de barba canosa, gafas finas y siempre ataviado con un turbante negro de “seyyed” (descendiente de Mahoma), cursó las clases de religión y de jurisprudencia islámica del ayatolá Jamenei.
Probablemente consciente de que necesitaba unir a una sociedad iraní dividida por la cuestión de las libertades individuales, durante la campaña electoral de 2021 se comprometió a erigirse en defensor de la “libertad de expresión” y de los “derechos fundamentales de todos los ciudadanos iraníes”.