La frontera natural del Darién, de 266 km de largo y 575,000 hectáreas de superficie, se ha convertido en un corredor para los migrantes que, desde Sudamérica, tratan de llegar a Estados Unidos recorriendo América Central y México. A continuación le contamos los peligros de cruzar este embudo natural.
Los extranjeros cruzan la selva pese a estar plagada de peligros como animales salvajes, ríos caudalosos y bandas criminales que los extorsionan.
La mayoría son venezolanos (más de 170,000), ecuatorianos (40,000) y haitianos (más de 34,000), aunque también hay asiáticos, principalmente de China, y africanos, sobre todo de Camerún.
“Es una experiencia que no se la deseo a nadie, pero toca hacerlo” para “darle un mejor futuro a mi familia, sobre todo a mi hija, por eso es que estoy acá luchando por ella”, dice a la AFP Alejandro Velazco, un venezolano de 25 años, tras cruzar la selva.
Además, el número de migrantes muertos en Panamá ha pasado de 62 en todo 2022 a 71 en lo que va de año, según cifras oficiales. Sin embargo, es esperable que haya un subregistro.
De acuerdo con el medio Voz de América, las mafias de la zona son uno de los principales riesgos a los que se enfrentan los migrantes que buscan una vida mejor. Hay bandas dedicadas al narcotráfico, otras al contrabando y existen guerrilleros y paramilitares. Estas personas roban las pertenencias y comida de los migrantes.
Otro de los riesgos que sufren las personas que cruzan por este lugar son las enfermedades a las que se exponen debido al clima y los insectos del lugar. Las picaduras de mosquitos o insectos capaces de transmitir enfermedades como la malaria o el dengue son un riesgo latente. Además, las largas caminatas pueden terminar en deshidratación, fallas cardiorrespiratorias y hasta en hipotermia.
Además, el clima húmedo de la zona abre la puerta a resfriados. Y algunas personas reportaron haber tenido problemas estomacales luego de beber agua contaminada.
No cabe duda que uno de los mayores temores de las personas que cruzan por esta selva son los animales. Ambientalistas y testigos reportan la existencia de serpientes, alacranes, jaguares, pumas, tigrillos, “manos” o cerdos salvajes, zorros y perros de monte. Además de enormes arañas de hasta 20 centímetros.
Pero uno de los mayores miedos es que las personas sean picadas por la conga, una hormiga gigante. Su veneno inflama las extremidades, causa fiebre y diarrea, gracias a la neurotoxina que ataca el sistema nervioso.
Según la Cruz Roja de Panamá, entre 10 y 15 por ciento de los migrantes que atraviesan el Tapón del Darién sufre violencia sexual en ese recorrido.
En su recorrido, son al menos cuatro los ríos que complican el paso de los migrantes. Y lo más difícil de todo es cuando las corrientes se tornas más fuertes. Hay un cruce que es tan peligroso que muchas personas han fallecido y por eso los migrantes y guías lo bautizaron “El Río Muerte”.
Según los relatos de algunas personas que logran cruzar el Darién, otro de los peligros es cuando se encuentran con guías falsos que al final les dan direcciones erróneas y terminan perdidos en medio de la selva.
Otro de los obstáculos que viven los migrantes es la constante lluvia que azota la zona. Se calcula que en esa selva caen entre 5.000 y 10.000 milímetros de agua al año.
El gobierno de Panamá anunció a inicios de septiembre que comenzará a deportar a los migrantes que ingresan al país por la inhóspita selva, con el fin de frenar la ola migratoria rumbo a Estados Unidos.
“Dentro de nuestras capacidades y presupuesto incrementaremos las acciones para ir paulatinamente y progresivamente aumentando las deportaciones y expulsiones” de migrantes que ingresen de forma irregular al país, señaló la directora nacional de Migración, Samira Gozaine, en rueda de prensa.
Según datos oficiales, en lo que va de año más de 348.000 personas han cruzado el Darién, pese a que Estados Unidos ha advertido de que no permitirá ingresar a su territorio a quienes entren de manera irregular a Panamá. De ese total, según Gozaine, desde abril las autoridades panameñas han deportado a 452 personas, una cifra ínfima.