Melissa Sloan es una mujer británica de 46 años que por tener gran parte de su piel cubierta de tatuajes, es calificada como una persona “adicta” a los tatuajes y discriminada, al grado que no puede emplearse para sacar adelante a sus siete hijos. Esta es su historia.
La mujer británica que actualmente tiene siete hijos se encuentra desesperada, pues lleva más de seis meses buscando trabajo y asegura que por su aspecto físico la rechazan en todas partes.
Sloan vive en Gales del Sur y ha contado en varias entrevistas que se hizo su primer tatuaje cuando tenía 20 años y desde entonces ha cubierto la mayor parte de su cuerpo con cientos de tatuajes.
La mujer tiene en su piel cientos de tatuajes desde las conejitas Play Boy hasta personajes animados.
En varias declaraciones, la mujer ha mostrado su desespero por encontrar empleo indicando que está desesperada y “dispuesta a hacer cualquier cosa, pero nadie me acepta. No he tenido una sola oferta de trabajo”.
También ha indicado que se trata de una discriminación por su aspecto físico, ya que en ocasiones ha cubierto sus tatuajes y la gente la trata con normalidad. “Cuando salgo con una peluca y con maquillaje cubriendo mis tatuajes, la gente me trata con normalidad. Quiero demostrar que todos están equivocados” indica.
La mujer está convencida que tendrá que someterse a cirugía láser para borrarse los tatuajes, sin embargo tampoco puede hacerlo pues no tiene dinero para ello.
Esta no es la primera vez que la mujer sufre discriminación por sus tatuajes. El año anterior no asistió a la fiesta navideña de su hijo porque los docentes, según ella, no la dejaron entrar al colegio por cómo luce.
Y es que el caso de la mujer británica no deja de sorprender pues Melissa afirma que se llegó a hacer tres tatuajes a la semana y que tiene más de 800 en todo su cuerpo.
A lo largo de los años, pasó innumerables horas bajo la aguja e incluso empezó a repasar sus antiguos diseños, ya que se quedó sin espacio, pero mientras otros podrían rendirse en este punto, Melissa aún no terminó.
“Me dejo llevar por la corriente, lo que me gusta me lo pongo en la cara. Me dejo llevar por la inspiración, me queda espacio y me lo pongo. Es gratis, lo hago yo misma, o lo hace mi novio, que fue entrenado para hacerlo, lleva años haciéndolo”.
La mujer atribuye su afición a los tatuajes como una medida de escape a los traumas que sufrió en su niñez. Melissa afirma que la tocaban de manera inapropiada y repetidamente en el baño cuando apenas tenía seis años.