La Paz, Honduras
Sin conocer siquiera hacia dónde iba y en qué lugar se bajaría del autobús que lo traería hasta la capital, se aventuró en búsqueda de una meta que se había propuesto años atrás.
Recorrió 343 kilómetros, al menos un centenar en lancha y el resto en autobús, desde su natal Brus Laguna, en el departamento de Gracias a Dios, hasta llegar a la capital.
Se trata de Alfredo Zúniga Granwel, de 23 años, un hondureño de origen misquito que sin conocer la urbe a la que llegaría se arriesgó con el fin de entrar al Instituto Tecnológico Policial (ITP), en La Paz.
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Sin conocer nada, ni nadie
“Llegué a Tegucigalpa sin dirección, sin conocer nada, pero me comuniqué con un amigo que estaba estudiando aquí en el ITP y nos encontramos en Tegucigalpa, él me trajo a hacer el examen un 5 de marzo”, recuerda.
La espera para que le dijeran si había aprobado el examen de admisión o no sería larga, pero en la capital tiene una tía a la que nunca había visitado, pero que sabía que residía en Tegucigalpa. Ahí buscó refugio.
Una semana de ansiedad y tensión vivió Alfredo, a la espera de que el teléfono sonara para notificarle si había aprobado el examen.
“El 12 de marzo me llamaron para que me presentara, pensé que se cumpliría mi meta”, recordó.
Desdeel año 2013 que egresó de secundaria, donde se graduó de bachiller, intentó ingresar a la Policía Nacional, pero por problemas en sus documentos personales no pudo realizar el viaje desde aquel lugar, en el departamento de Gracias a Dios. |
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Dolió la salida de casa
“Me dolió dejar a mi madre sola porque está enferma y mi padre no pasa en casa, solo trabajando, él es marino y trabaja en un barco trasladando carga de La Mosquitia a La Ceiba”, lamentó el aspirante a policía.
Zúniga Granwel relató que “le dije a mi madre que me quería venir porque allá no hay mucho empleo y me tuvo que entender”.
Para hacer el viaje desde La Mosquitia hasta el centro del país, el joven cuenta que tuvo que trabajar en una tienda para poder agenciarse unos billetes y pagar la lancha y el bus que lo traerían a la capital.
“Lo más complicado en todo esto ha sido el viaje, yo no conocía, nunca había viajado solo, era la segunda vez que salía de mi casa”, recuerda.
Con cierta tristeza cuenta que ha sido difícil superar el hecho de no recibir visitas los fines de semana como la mayoría de sus compañeros. Sin embargo, en diciembre próximo habrá cumplido su meta: ser policía.