Comayagüela, Honduras
Su pequeña silueta se confunde entre el aglomeramiento de vendedores y personas que transitan por el reconocido Mercado Las Américas de Comayagüela.
Su destreza y afán florece en su mirada y caminar.
Ella es Ashley. Con tan solo 10 años deambula por gran parte de la sexta avenida de Comayagüela en procura de ayudarle a su padre a vender burritas, chanfaina, huevos cocidos y un sinfín de comidas que transporta en una carreta estilo supermercado.
Con delantal y un sombrero amarrado a su cuello, Ashley distribuye las pequeñas porciones de comida entre los locatarios de dicho mercado, sin faltar una sonrisa de oreja a oreja que hace ameno el trato entre sus clientes.
“Estefani” es alumna del quinto grado de la Escuela Francisca Reyes, ubicada en la zona de los mercados, y reside junto a sus padres en el barrio Guamilito.
“Cuando no voy a la escuela le ayudo a mi papi a vender aquí en el mercado”, relata con su perenne alegría.
Aunque aún es muy pequeña, asegura que los niños de Honduras tienen derecho a divertirse, a la salud y a tener una buena educación en sus escuelas.
Su pequeña silueta se confunde entre el aglomeramiento de vendedores y personas que transitan por el reconocido Mercado Las Américas de Comayagüela.
Su destreza y afán florece en su mirada y caminar.
Ella es Ashley. Con tan solo 10 años deambula por gran parte de la sexta avenida de Comayagüela en procura de ayudarle a su padre a vender burritas, chanfaina, huevos cocidos y un sinfín de comidas que transporta en una carreta estilo supermercado.
Con delantal y un sombrero amarrado a su cuello, Ashley distribuye las pequeñas porciones de comida entre los locatarios de dicho mercado, sin faltar una sonrisa de oreja a oreja que hace ameno el trato entre sus clientes.
“Estefani” es alumna del quinto grado de la Escuela Francisca Reyes, ubicada en la zona de los mercados, y reside junto a sus padres en el barrio Guamilito.
“Cuando no voy a la escuela le ayudo a mi papi a vender aquí en el mercado”, relata con su perenne alegría.
Aunque aún es muy pequeña, asegura que los niños de Honduras tienen derecho a divertirse, a la salud y a tener una buena educación en sus escuelas.