Con casquillos de balas que habían sido disparadas en los entrenamientos de los policías en el polígono del Escuadrón Cobras suplantaron las verdaderas cápsulas que dejó la Uzi que el policía Gherluis Salgado Espinal, supuestamente, descargó contra la humanidad del general Julián Arístides González Irías.
Un acta policial, levantada por el equipo de la Unidad de Homicidios de la entonces Dirección Nacional de Investigación Criminal (DNIC), detalla cómo los técnicos de Inspecciones Oculares cambiaron los casquillos del arma asesina por otros que llevaron del polígono de los Cobras.
Los proyectiles fueron llevados por un especialista forense y un subcomisario que en julio de 2009 fueron detenidos en La Mosquitia por González Irías, titular de la Dirección de Lucha contra el Narcotráfico (DLCN).
El zar antidrogas fue ultimado la mañana del 8 de diciembre de 2009 a la altura del semáforo del barrio Guanacaste, luego de una operación que, según las investigaciones de inteligencia policial, planificaron miembros de la entonces cúpula policial y mandos intermedios.
Los altos mandos planearon el crimen en la oficina de la dirección policial en Casamata, y lo ejecutaron, cumpliendo así una petición de una narcotraficante de Colón, a quien los uniformados le llaman el “jefe”.
El informe que los investigadores de la Dirección de Inteligencia Policial remitieron a sus autoridades superiores bajo el oficio DGPN- DED2-DI- No. 1101-2009 hace referencia a la manipulación de la escena del crimen con el fin de borrar las evidencias, pero no da mayores detalles.
El informe dice: “a través de información suministrada por fuente humana asignada a la sección de Inspecciones Oculares de la Unidad de Homicidios de la DNIC, se tuvo conocimiento de la actividad ilícita realizada por un especialista forense en la escena del crimen, asignado al equipo de levantamiento de evidencias del caso del asesinato del general Julián Arístides González Irías.
'Las cápsulas encontradas del arma homicida disparada por los criminales en el lugar del asesinato del señor director de Lucha contra el Narcotráfico, fueron cambiadas con la intención de distorsionar dicha investigación y no poder identificar a los hechores del crimen a través de las huellas digitales', describe.
Agrega que 'todo fue en cumplimiento a una orden vía celular emanada por el director comisionado general Y y de el comisionado general X y comisionado X”.
Confirmación
Sin embargo, un acta policial levantada por el equipo de la Unidad de Homicidios de la entonces DNIC detalla con más precisión cómo se adulteró la escena del crimen.
Describe cómo se cambiaron los casquillos, quiénes los llevaron y qué altos oficiales daban las órdenes para borrar las evidencias.
El acta dice que una fuente humana informó que 'los agentes de inspecciones oculares y técnicos de dactiloscopia que realizaron el levantamiento de evidencias, a petición del especialista forense en la escena del crimen y el subcomisario A, cambiaron los casquillos del arma homicida que encontraron en lugar del asesinato, arma que fue disparada por el supuesto policía motorizado Gherluis Salgado Espinal'.
Esta información provino de una 'fuente policial asignada a la sección de Inspecciones Oculares y que participó en el levantamiento de evidencias de la escena del crimen donde ocurrió el asesinato de González Irías'.
La fuente informó que la orden de cambiar los casquillos fue enviada por el comisionado general Y y el comisionado general X, por el comisionado X y por un general director, porque los oficiales recibieron la información de que el policía motorizado Salgado Espinal utilizó el arma asignada (una Uzi) para asesinar a González Irías.
“La fuente policial manifestó que los casquillos que colocaron en los empaques (bolsas) donde están las evidencias los trajeron el especialista forense X y el subcomisario A del polígono de los Cobras, de las armas que son disparadas cuando los policías están en entrenamiento de disparos”, señala el acta.
También recordó que el especialista forense X y el subcomisario A en julio de 2009 'fueron detenidos en La Mosquitia por el señor asesinado, quién los remitió a la fiscalía por tráfico de drogas y otros delitos más'.El acta detalla con nombre, apellido y número de tarjeta de identidad a los miembros de Inspecciones Oculares que recolectaron las evidencias en la escena del crimen y de la sección de identificación técnica en dactiloscopia responsables de manipular las evidencias. Entre ellos se señala a dos suboficiales III, una mujer y un varón, así como a dos suboficiales II.
Igual identifica a dos suboficiales III, técnicos en dactiloscopia y de la sección de identificación, a tres investigadores de la sección de Homicidios y dos técnicos en balística, uno con el rango de suboficial II y un investigador, quienes “ya tenían conocimiento de que los casquillos los habían cambiado”.
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Estas evidencias las cambiaron con la complicidad de la encargada del almacén de evidencias de la DNIC, una suboficial III.
El acta policial está firmada por dos personas que aparecen como jefes de equipo de la Unidad de Homicidios, así como por una persona de la sección de denuncias.
Las tres firmas tienen sus respectivos números de tarjeta de identidad.