TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Se cumplen dos años de la llegada del covid-19 a Honduras, una enfermedad que, sin piedad, ha arrebatado la vida de más de 10 mil hondureños. Sin embargo, a pesar de ser tiempos trágicos, existen sobrevivientes que han logrado doblegar esta enfermedad.
Tal es el caso de Carlos Alberto Guerra, un fotógrafo, quien abrió las puertas de su hogar a EL HERALDO para contar el calvario que sufrió.”Nunca imaginé que iba a pasar por todo esto, 31 días hospitalizado pensando que en cualquier momento podía morir”, expresó.
Relató que todo comenzó cuando sintió pequeños malestares, en ocasiones no podía respirar y se cansaba a menudo, es por eso que su esposa tomó la iniciativa de buscar atención médica.
El señor Guerra dijo se enfermó en el peor momento, pues los hospitales estaban saturados debido a la propagación del virus que no daba tregua.¨Al salir de mi casa, me llevaron en una silla de ruedas hacia el centro de triaje del Centro Cívico Gubermantal¨, comentó.
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Añadió que al llegar lo primero que pudo observar fue a muchas personas recostadas en el suelo. “Era un pasillo largo lleno de personas en el piso porque no había camillas para todos”, revivió.
Expresó que mientras el tiempo transcurría, sentía como su olfato se perdía, a la vez, le costaba hablar, esto, en tan solo su segundo día internado en el centro de triaje. ”Si el segundo día me sentía sin habilidades para moverme, el tercer día ya era un vegetal”, comparó.
Comentó que perdió la noción del tiempo, tanto, que no se percató que ya tenía cinco días de estar hospitalizado. “Para esas instancias, yo ya estaba en un juego con la muerte, ni siquiera podía comunicarme con mi cuñado y su esposa, quienes fueron mis ángeles en esos días tan angustiosos para mí” , reconoció.
Comentó que su familia no estaba en condiciones para salir porque estaba enferma pero lo desconocía, por lo que se sentía aún más solo. “Creí que mi familia me había abandonado”, fue lo que pensó desconociendo por lo que ellos pasaban en su hogar. Su esposa Nora Munguia y su hija Lizzie Guerra no le informaron por lo que ellas atravesaban.
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¨No era el momento adecuado para comentarle que estábamos contagiados, lo primordial era que él se salvara¨, expresó su esposa Nora, con voz quebrantada. Posteriormente, su familia logró conseguirle un cupo en el Instituto Nacional Cardiopulmonar (INCP), donde estuvo ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI).
”Ese fue un alivio, a pesar que yo ya necesitaba a 15 litros de oxígeno por minuto para poder respirar, pero yo sabía que ahí se encontraban los especialistas para tratarme, por un momento, pude decir: me voy aferrar a la vida”, confió el sobreviviente.
Asimismo, reveló que comenzó a encomendarse más a Dios. “Le pedía a Él que me diera otra oportunidad, porque mi hija y mi esposa me necesitaban, como yo a ellas¨, manifestó. Pasaron los días y le redujeron los 15 litros de oxígeno por minuto a dos nada más. ¨Eso me dio la esperanza de poder volver ver a mi familia pronto, aunque sintiera su ausencia cada día, y no sabía ¿por qué motivo?¨, contó.
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Mientras don Carlos batallaba por su vida, en su hogar sufrían una pérdida vital, el fallecimiento de la hermana de su esposa, su cuñada Maria del Rosario Munguía, quien luego de semanas de estar luchando por su vida no resistió más.
Carlos Guerra, en desconocimiento de lo que pasaba, fue testigo de la muerte de seis personas que estaban siendo atendidos a su alrededor. “Vi morir a seis personas frente a mis ojos , muchos gritaban pidiendo auxilio, desde personas jóvenes hasta de la tercera edad, eran dos escenarios distintos que solo conducían a lamentos”, detalló.
Con el paso de los días fue mejorando, los doctores le indicaron el alta médica, a pesar de que él desistía a tomar esa decisión porque no se sentía con las fuerzas en sus piernas para poder caminar.
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Don Carlos solo pensaba en la muerte en el momento que saliera del hospital, la idea de irse le aterraba.”Lo peor que llegué a pensar viendo a esas personas fallecer fue: ¿Señor, seré yo el próximo? “ , recordó.
Recibió el alta médica, luego de 31 días al borde de la muerte, cinco en el triaje y 26 en el hospital del Tórax. “Al llegar a mi casa fue una bendición, claro, estuve 15 días más con oxígeno en cama, pero el hecho de estar al lado de mi familia ya recuperados lo valía todo”, rememoró.
Expresó que no está al 100 por ciento recuperado, pero que de haber pasado por ese sufrimiento solo le queda agradecer a Dios por esta segunda oportunidad que le dio de seguir viviendo.
Dejó un mensaje para quiénes aún no creen en esta enfermedad: “este virus no respeta edades, les pido que se cuiden, no todas las personas tienen el privilegio de poder sobrevivir, me considero un milagro, así que acatemos las medidas de bioseguridad para evitar más pérdidas en nuestras vidas”.
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