TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Cuando en 1821 Honduras, al igual que el resto de países de Centroamérica, declara su independencia del Imperio español, no se constituyó como Estado, por lo que su historia estaría ligada en las décadas siguientes al proyecto de una Federación Centroamericana.
La historia posindependiente estaría marcada por períodos de poca claridad política, la construcción de una identidad no se dio por sentada, y a veces avanzando y otras retrocediendo, los países se fueron construyendo más allá de su historia colonial en un proceso que duró décadas.
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Y es así que aparece el Himno Nacional como parte de ese proyecto de Estado, pero tendría que llegar el siglo XX, casi 100 años después de la independencia, para comenzar a ver estos avances en la definición de una identidad nacional como Honduras, que hasta entonces solo tenía una Bandera Nacional y un Escudo Nacional como símbolos mayores.
”Desde la década de 1870, cuando el Estado comenzó a tener contacto con otros Estados a través del comercio marítimo, los gobiernos habían buscado símbolos nacionales que crearan y fortalecieran la identidad nacional, el sentido de pertenencia y amor patrio”, señala el historiador Albany Flores Garca.
Pero hasta entonces no había un himno oficial, y durante estas décadas que marcaban el final del siglo XIX, hasta llegar a inicios del XX, se cantaban diversos poemas musicalizados como himnos del Estado, pero ninguno fue oficializado como Himno Nacional.
No fue sino hasta 1901, cuando se entonó una versión de Valentín Durón, que el Gobierno fue consciente de la necesidad de tener un himno oficial, pero no sería la creación de Durón la que obtendría tal título.
Habría que esperar a 1904 para que iniciara la búsqueda formal del Himno Nacional de Honduras.
Himno Nacional de Honduras, un relato histórico en música
En 1904, en el gobierno del presidente Manuel Bonilla, se hizo la convocatoria para que escritores y músicos presentaran sus propuestas de Himno Nacional.
De este llamado inicial sale la primera versión del himno cuya letra fue escrita por Augusto C. Coello, que en ese entonces tenía 22 años de edad. Esa letra tuvo una primera melodía compuesta por la profesora de música Rosa Girón Rodríguez, y sin ser el himno oficial aún, se interpretó por primera vez ese 1904 en el Cabildo Municipal de Comayagüela.
Para 1905, Carlos Hartling compone otra melodía (una marcha) para la letra de Coello, y es la que conocemos hasta el día de hoy.
Pasaron los años y hubo más convocatorias, pero ninguna de las propuestas presentadas cumplía con la calidad esperada para tan importante asignación, y fue así que en 1915, en el gobierno de Alberto Membreño, se adoptó la creación de Coello y Hartling como el Himno Nacional de Honduras, que sería ratificado como tal hasta 1917, mediante decreto número 42.
Desde entonces, el Himno Nacional de Honduras ha permanecido incólume, “hasta donde sabemos los historiadores, ni la música ni la letra han sufrido modificaciones, por lo menos no de forma oficial. De manera arbitraria sí han existido versiones alteradas, pero han sido versiones populares y algunas abiertamente ideológicas como las manifestadas en el actual Gobierno”, señala el historiador.
La Letra del Himno Nacional: reflejo de la identidad hondureña
El coro del Himno Nacional comienza hablando de otro de los símbolos mayores: la Bandera Nacional, símbolo creado en 1866. Además hace referencia a los océanos Atlántico y Pacífico que bañan las costas de Honduras.
La primera estrofa se refiere al descubrimiento de América, cuando Cristóbal Colón arribó a las costa caribeñas en 1502: “India virgen y hermosa dormías/ de tus mares al canto sonoro,/ cuando echada en tus cuencas de oro/ el audaz navegante te halló”.
En la segunda estrofa, Augusto C. Coello narra el proyecto de Colón de conquistar nuevos territorios para la corona española: “De un país donde el sol se levanta,/
más allá del atlante azulado,/ aquel hombre te había soñado/ y en tu busca a la mar se lanzó...”. El verso finaliza con la referencia del inicio de la conquista.
La tercera estrofa menciona al héroe nacional: Lempira. Aquí el autor ya se refiere a nuestras raíces ancestrales y la lucha de los pueblos aborígenes por proteger su territorio del avance de los españoles.
Es sabido en nuestro historia que los lencas fueron uno de los grupos que para 1530 opusieron gran resistencia durante la conquista de lo que hoy es Honduras, y Lempira era uno de sus líderes que murió en esa lucha de conservación: “Era inútil que el indio tu amado,/ se aprestara a la lucha con ira,/ porque envuelto en su sangre Lempira/ en la noche profunda se hundió”.
La estrofa finaliza con una descripción de la geografía donde se habría librado parte de la resistencia de los lencas: el Congolón, una montaña ubicada en el departamento de Lempira, en el occidente de Honduras.
La cuarta estrofa continúa con el relato cronológico de nuestra historia, y cómo tras tres siglos de colonización los ecos de libertad cobraban fuerza, y no solo desde aquí, sino desde Europa, con la Revolución francesa.
En la quinta estrofa el autor continúa haciendo referencias a los acontecimientos de Francia para luego dar paso a una sexta estrofa donde se habla sobre la independencia de Honduras y por ende el fin de la colonización española: “Tú también ¡Oh mi patria! te alzaste/ de tu sueño servil y profundo...”.
La séptima y última estrofa es un llamado a defender la patria ante cualquier amenaza a su soberanía: “Por guardar ese emblema divino/ marcharemos ¡Oh patria! a la muerte;/ generosa será nuestra suerte/ si morimos pensando en tu amor...”.
Y es así que el Himno Nacional es un recorrido musical por la historia precolombina, colonial y emancipadora de nuestro país, que refleja no solo sus luchas, sino también sus conquistas y valores patrios.
En su letra, Coello pone en contexto los acontecimientos que llevaron al descubrimiento, la conquista, la colonización e independencia. Y muestra no solo el poder que España tuvo sobre estos territorios, sino también el declive que experimentó hasta perder su dominio en toda la región. Y cómo lo sucedido más allá de este continente tuvo su eco en las decisiones que se tomaron en Centro y Sudamérica, hasta llegar a la emancipación del dominio español.
”Nuestro Himno promueve los valores culturales, históricos, artísticos, cívicos y patrióticos de nuestra nación”, destaca el historiador Albany Flores Garca, y agrega que “el poema de largo aliento escrito por Augusto Constancio Coello, y la marcha compuesta por el fundador de la Banda de los Supremos Poderes, Carlos Hartling, han fungido como letra y música del Himno que ha acompañado a generaciones de hondureños durante más de un siglo. Por ello es un baluarte de la identidad nacional”.