Honduras

Momentos de terror en la Divanna

FOTOGALERÍA
27.06.2014

Tegucigalpa, Honduras

La noche comenzaba a caer cuando el frenazo de una camioneta, el correr de un grupo de muchachos y los disparos a la distancia interrumpieron la tranquilidad de la colonia Divanna de Comayagüela.

Y es que apenas unos 15 minutos antes, la Policía había sido alertada del asesinato del empresario del transporte José Natividad Pereira Luna y de que los responsables se conducían en una camioneta gris que tomó la dirección hacia la Divanna.

Las sirenas de las patrullas alertaron a los vecinos de que nada bueno pasaba, por lo que al escuchar el intercambio de disparos con los malhechores a los pobladores no les quedó otra opción que meterse a sus casas y tirarse al suelo para no ser alcanzados por los disparos.

Los vecinos catalogan como un milagro el hecho de que en ese momento no estuviera ni un pequeño en la calle, ya que acostumbran a jugar pelota después de sus actividades escolares.

A los pocos minutos, un contingente de más policías y militares llegó al lugar y se sumó a la persecución de ocho muchachos que portaban armas de diferentes calibres con las cuales disparaban a los efectivos del orden. En el operativo participaron unos 30 agentes de la Policía y soldados.

En un intentó de ocultarse, tres de los sospechosos ingresaron a una carpintería, de donde fueron sacados y capturados por los uniformados. No se reportó ningún herido.

A los pocos minutos se reportó la muerte de uno de los jóvenes en uno de los callejones. El muchacho, menor de edad, yacía sin vida, tirado boca arriba y a unos centímetros de su mano estaba una pistola calibre nueve milímetros.

Un grupo de agentes se quedó resguardando la escena sin saber que a unos pasos de ellos una familia estaba retenida como rehén en su propia casa por uno de los malvivientes.

Liberación

Con la biblia en la mano, dos hombres se acercaron a una de las casas y, a pesar de tocar el portón en varias ocasiones, nadie respondió.

Una vecina se acercó y en voz baja les alertó: “no pueden abrir, uno de los pandilleros está allí adentro con ellos”. Aferrado al libro de Dios, levantó su rostro y clamó protección divina para su familia y en especial para sus pequeños hijos. Sin saber qué hacer permaneció observando la puerta.

“Tenemos que entrar para rescatarlos”, fue la instrucción del oficial a cargo del exitoso operativo. Usando sus conocimientos en ese tipo de situaciones, los elementos del orden abrieron la puerta e ingresaron a la casa, logrando rescatar primero a la esposa del religioso. Desorientada por el susto, un agente la tomó del brazo y la llevó donde su esposo, a quien abrazó mientras él elevaba la Biblia al cielo y decía “alabado seas mi Señor”.

Luego, dos agentes cargaban a dos niños, una parejita, y se los entregaron a sus padres, quienes se fundieron en un abrazo mientras agradecían a Dios. A los pocos segundos, otra mujer envuelta en llanto agradecía estar sana y salva junto a sus familiares. Transcurrieron varios minutos y de la casa entraban y salían policías y militares, mientras que la familia elevaba una oración de agradecimiento al Padre Celestial.

“Dios, te damos las gracias por mantenernos con vida, por permitir que mi familia saliera bien de esta situación, bendice a las personas que las liberaron, amén”, dijo el religioso mientras permanecía abrazado con toda su familia. Luego, por razones de seguridad se retiraron del lugar sin decir nada, ni a la misma autoridad.

Minutos después, con esposas en su manos y una camiseta morada que cubría su rostro, un joven fue sacado de la casa, sin decir nada, no pudo ocultar su llanto mientras que uno de los agentes le decía: “¿Por qué llorás? Si no te dio pesar ver a esos niños llorando cuando los tenías encerrados a todos”. Acto seguido, lo llevaron hacía la patrulla, en donde lo esperaban los otros tres detenidos.

Los agentes y militares continuaron revisando la vivienda ya que se sospechaba que otro sujeto estaba en su interior, por lo que revisaron cada rincón del inmueble, sin encontrar nada. Sin embargo, uno de los vecinos los alertó que sobre el techo estaba una persona muerta, por lo que varios uniformados se subieron y encontraron a otro de los menores ya sin vida. Se presume que el jovencito se subió al techo ya gravemente herido, por lo que murió en su intento de huida.

A pesar de las cuatro capturas y las dos muertes, los elementos del orden revisaron cada uno de los callejones y solares baldíos en busca de los otros dos sospechosos, pero el esfuerzo fue en vano porque los sujetos ya habían abandonado la zona.

Valentía

Durante el operativo, uno de los agentes se lesionó una de las piernas ya que cayó del techo de una de las casas mientras perseguía a los presuntos sicarios.

“Los felicito muchachos, tenemos el resultado de cuatro detenidos, dos muertos y tres armas decomisadas, resolvimos en un 80 por ciento el caso, pero nos falta más”, fueron las palabras del comisario que comandó la operación.

Como en pocos casos se observa, este oficial sudó el uniforme y junto a policías y militares expuso su vida para la captura de los presuntos responsables del crimen del transportista. Mientras el comisario felicitaba a todo el contingente, el equipo de Inspecciones Oculares y Medicina Forense procedía al levantamiento de los cadáveres de los dos jovencitos.

A los pocos minutos llegaron los familiares de los fallecidos, quienes lamentaron lo sucedido y reclamaron que las autoridades no les permitiera ingresar a la zona donde habían quedado sus cuerpos inertes tras el enfrentamiento.

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