TEGUCIGALPA, HONDURAS.-“La primera vez que salí pedir fue horrible, porque no teníamos nada que comer en la casa y nos venimos con mi hermano, no sabía cómo hacerlo”, contó
Sofía a
EL HERALDO bajando el rostro con tristeza.
A los 15 años ella está en la adolescencia y, como a cualquier muchacha de su edad, le da pena exponerse de esa manera después de dedicarse solo a los estudios y ayudar en las labores de la casa.
“A mí me da pena, pero qué vamos hacer, solo así podemos conseguir para la comida”, narró.
“La vez pasada venía una compañera del colegio con la mamá, y como la vi de lejos salí corriendo a buscar un lugar donde esconderme para que no me viera en esta situación, es vergonzoso”, exclamó.
A los 15 años ella está en la adolescencia y, como a cualquier muchacha de su edad, le da pena exponerse de esa manera después de dedicarse solo a los estudios y ayudar en las labores de la casa.
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“La vez pasada venía una compañera del colegio con la mamá, y como la vi de lejos salí corriendo a buscar un lugar donde esconderme para que no me viera en esta situación, es vergonzoso”, exclamó.
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