TEGUCIGALPA, HONDURAS.- La deserción escolar continúa pasando factura en Honduras, registrando hasta la fecha a 1.2 millones de niños y jóvenes fuera del sistema educativo público del país.
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Pese a que en 2022 se logró una matrícula final de 1.8 millones de estudiantes, la otra cara de la moneda expone a miles de niños dedicándose a cualquier trabajo infantil riesgoso, menos a estar en los centros educativos.
Dentro de estas labores que atentan contra los derechos de los menores están actividades de agricultura, caza y pesca, industria manufacturera y construcción; generando mensualmente menos de 4,000 lempiras por infante, señalan informes del Instituto Nacional de Estadística (INE).
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Motivos de la deserción
Para el director de Educación de la Asociación para una Sociedad más Justa (ASJ), Dennis Cáceres, la situación socioeconómica en la que se encuentran los miles de escolares es la principal razón por la cual se rehúsan a estudiar bajo estas condiciones precarias que los arropan.
“El 60 por ciento de estos estudiantes que no están estudiando es por razón socioeconómica, por lo que si no hay merienda escolar en el sistema público los alumnos no llegarán a las escuelas”, puntualizó.
Un segundo punto que provoca la deserción es la ruta migratoria, agregó Cáceres, orillando a que los niños que no se identifican con las políticas educativas y vivan en condiciones de desigualdad tomen la decisión de huir del país.
En cuanto a este flagelo, el Instituto Nacional de Migración (INM) registró durante 2022 al menos 10,673 niños retornados, de los cuales más de 4,000 iban solos.
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Como tercer factor está la falta de políticas públicas en el sistema, mismas que deben conseguir que los padres de familia apuesten por la educación de sus hijos, algo que no se ha conseguido en su totalidad, según indicadores.
“Se les debe abastecer de útiles escolares, zapatos y uniformes, y de esta manera convencer a los padres de que no vayan a retirar a ese estudiante. De 230,000 niños que entran a primer grado, solo 75,000 se gradúan de educación media”, detalló Cáceres.
Por su parte, Rutilia Calderón, exministra de Educación, coincide en la implementación de estrategias que permitan a las familias vulnerables renunciar al trabajo infantil. “Hay que invertir para que los niños quieran permanecer en las aulas de clases. Entonces, hablamos de alimentación escolar, inversión para que los centros sean de convivencia y desarrollo de la cultura y el arte, no solo se trata de su infraestructura”, arguyó.
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¿Qué hará Educación?
Para contrarrestar estos indicadores que han conducido a una histórica crisis educativa, la Secretaría de Educación y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) buscarán beneficiar durante este año lectivo a 21,000 centros educativos a nivel nacional a través de la merienda escolar.
Este proyecto tendrá un presupuesto de 600 millones de lempiras, con el cual en su primera fase se pretende beneficiar a 1.2 millones de estudiantes que opten por matricularse en el presente año lectivo.
Las autoridades educativas prevén alcanzar una meta de 2.3 millones de alumnos en las aulas de clases para este año, impulsando la educación especialmente en las áreas rurales identificadas.
Esto debido a que, según el INE, la mayor prevalencia del trabajo infantil se encuentra en el área rural, llegando a unos 256,526 menores que trabajan. De esta cantidad, el 64.8% se concentra en el área rural, mientras que el resto está en el área urbana del país.
La Secretaría de Educación contará con 5,000 millones de lempiras este año para ejecutar al menos 12 proyectos que deberán responder a las falencias dentro del sistema. A su vez, se impulsará la matrícula gratis a nivel nacional para que los cobros de inscripción no sean un motivo por el que estos 1.2 millones de estudiantes continúen aislados.
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