TEGUCIGALPA, HONDURAS.- El temor a que los policías estén confabulados con los delincuentes conlleva a que las personas no denuncien, no colaboren, ni testifiquen, situación que además de contribuir a que la institución policial sea menos efectiva, también fomenta condiciones favorables al crimen y la impunidad.
Así lo detalla un estudio titulado “Detrás de la chapa”, realizado por los expertos Kurt A. Ver Beek y Andreas R. Daugaard y presentado recientemente por la Asociación para una Sociedad más Justa (ASJ). La investigación refleja el nivel de desconfianza que la población actualmente tiene sobre la Policía, esto como consecuencias de su largo historial delictivo que viene arrastrando desde la década de los 80.
No obstante, desde el mismo cuerpo policial admiten, según este análisis, que el peligro también y los acecha, por eso a veces prefieren sonar la sirena durante los patrullajes para no enfrentarse a los delincuentes.
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Reputación
La historia revela que desde que estaba en manos de los militares, la Policía comenzó a ganarse una reputación de violadora de los derechos humanos, pero en las dos últimas décadas extendió su catálogo de delitos: secuestros, crímenes de alto perfil, narcotráfico, lavado de activos, extorsión y vínculos con las pandillas.
A pesar que en el 2016 se realizó una limpieza, expulsando a unos cuatro mil elementos policiales corruptos mediante la denominada depuración policial, la percepción de la población es la de un uniforme, una chapa policial y un arma nacional en manos de muchos hombres con conductas desconocidas, tras unos meses de capacitación como policías.
Aunque la depuración creó una esperanza de cambio -a tal extremo que actualmente hay varios comisionados perseguidos por la justicia-, el prestigio de la Policía siguió en deterioro por hechos recientes. Los hechos exponen esa cruda realidad.
El 1 de agosto de 2021, dos policías preventivos fueron capturados por el secuestro de un niño en Oropolí, El Paraíso. El 14 de junio de 2022, dos subinspectores también fueron arrestados por secuestro.
El 30 de septiembre de 2022, el Ministerio Público acusó a dos policías y un subinspector por los delitos de secuestro y allanamiento de domicilio.
Incluso, la Unidad Investigativa de EL HERALDO Plus evidenció cómo agentes policiales extorsionan a los migrantes. Aunque en la institución hay agentes y oficiales correctos, el actuar temeroso y negligente de muchos y las andanzas delictivas de otros pesan a favor de la mala fama de la Policía.
Estudio
La investigación de Ver Beek y Daugaard, muestra el nivel de desconfianza que se ha ganado la Policía.Aunque el estudio establece que hay un nivel de satisfacción al momento del recibimiento de las denuncias, y en la actuación policial en la escena del crimen, por otro lado, señala que el seguimiento de la investigación presenta un proceso lento e ineficiente que crea frustración.
En el informe recogieron el testimonio de una víctima que explicó que los policías solo le dicen que su caso “está en proceso”, pero que no dan mayor explicación. Asimismo, dos víctimas explicaron que, al momento de tomar su declaración, el policía no anotaba lo que le decían y varias veces tenían que corregirlo porque anotaban cosas erróneas. Según la encuesta, 43% de las víctimas tuvieron que contar los hechos más de una vez.
Otro punto hace referencia a cómo el sentido de peligro dificulta la investigación y la buena gestión policial. Un policía explicó que a veces deciden no ir a una zona a cierta hora porque es peligroso o porque no tienen el personal suficiente para enfrentar ese riesgo. Para mitigarlo, algunos agentes deciden encender la sirena de la patrulla o pitar antes de llegar a la escena del crimen, con el objetivo de espantar a los presuntos delincuentes.
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De esta manera, los policías evitan el peligro, pero obviamente las posibilidades de encontrar a los perpetradores infraganti u obtener evidencias.Según la encuesta, 14.5% de los policías considera que sus colegas “siempre” deciden evadir una zona a ciertas horas debido al peligro, y 41.6% cree que sus colegas lo hacen “a veces”. Según el estudio, es aún más común para los policías encender la sirena de la patrulla para alertar a las personas que perciben como “malas”.
Por otro lado, a pesar de la masiva depuración, la gran mayoría de policías, víctimas y detenidos, entrevistados y encuestados, piensan que “aún hay miembros de crimen organizado infiltrados en la Policía Nacional. Esto sigue siendo una preocupación grande. Quizás no es tan sorprendente que un alto porcentaje de víctimas y detenidos tenga esta percepción, pero el hecho de que 63% de los policías lo perciba así es alarmante”, dice el informe.
Mientras el 62% de los agentes expresó que la confianza en la Policía va aumentando, solo 17% de las víctimas y 18% de los detenidos sostiene lo mismo. Hasta 70% de las víctimas y 59% de los detenidos manifiesta que su nivel de confianza se mantiene igual. Además, 23% de los detenidos y 11% de las víctimas aseguran que su confianza va bajando.
Para prevenir la corrupción policial que tanto daño le hace a la institución policial y a la ciudadanía, los policías manifestaron que se debe aumentar su salario, mientras que las víctimas y detenidos sostuvieron que se debe continuar con la depuración, así como motivar a los ciudadanos a reportar a los policías corruptos.
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