Tegucigalpa, Honduras.- Las últimas dos semanas han sido caóticas para los pobladores de Florida al ser embestidos por dos huracanes de forma seguida: primero, Helene y luego Milton, el cual tocó suelo cuando se encontraba en categoría 3.
Miles de personas de diferentes ciudades y estados evacuaron sus hogares ante la inminente llegada del fenómeno climatológico que, tras su paso por el estado costeño de los Estados Unidos, han dejado al menos diez personas fallecidas.
Pese al poco alentador panorama, Nordelia Santos, con su inquebrantable fe en Dios y su experiencia en huracanes anteriores, prefirió quedarse en su hogar, unida a sus familiares, en lugar de trasladarse a un centro de refugio.
Santos es una hondureña originaria de El Progreso del departamento de Yoro, quien desde hace 20 años reside en la Bahía de Tampa, una de las localidades de Florida con mayor vulnerabilidad ante este tipo de fenómenos debido a su topografía.
No obstante, el aprendizaje empírico de haber vivido en carne propia dos huracanes antes de Milton le ha permitido saber actuar con cautela ante este tipo de emergencia, pues en 1992 presenció el huracán Andrew, uno de los pocos ciclones en la historia de Estados Unidos que tocó tierra estando en categoría 5.
“Ese huracán lo pasé en un baño en medio de la casa. Eso fue lo que nos salvó. Eso es lo que estamos haciendo últimamente en caso de emergencia”, recuerda Nordelia ese día de agosto de hace 32 años en una conversación con EL HERALDO.
Un poco más de tres décadas después, Nordelia junto a su esposo, dos sobrinas y un sobrino político vivieron el huracán Helene, el cual azotó a Florida y dejó más de 200 muertes y ahora sobreviven al devastador paso de Milton.
“Esta es mi tercera experiencia de huracán donde yo vivo y pienso que me siento más segura aquí. Aparte, tengo animalitos, mis periquitos y perritos, Me da pesar dejarlos solos”, comentó.
Entre las medidas de prevención que tomó Nordelia con sus parientes, es la de cubrir las puertas y ventanas con madera plana. “Las clavamos en las orillas de la puerta, a lo ancho de ella. Con las ventanas igual, por atrás, por delante y por los lados”, explicó.
Los vientos huracanados golpean con fuerza la estructura de la casa, pese a que esta es de material resistente y están reforzadas con las tablas de madera clavadas. En ese sentido, monitorean constantemente el estado en que se encuentran las puertas y ventanas.
Cuando estos vientos azotan violentamente, Nordelia junto a su familia se resguardan en un baño situado en medio de la vivienda, como lo hizo hace 32 años. “Nos metemos dentro de la bañera, ahí estamos todos”, indicó.
Por los alimentos, afortunadamente no tuvieron dificultades, ya que les sobró por las compras que hicieron previo a que Helene impactara. Productos quizás simples, pero necesarios como agua, comida enlatada, carbón, gas para cocinar y los alimentos necesarios.
Nordelia admite que si el huracán se hubiese mantenido en categoría 5, definitivamente habría evacuado junto a los demás miembros de su familia que habitan con ella, pero al saberse que este se degradó, le brindó un poco más de calma, ya que tendría nociones sobre las corrientes de viento.
Aun así, esto no significa que no siente miedo, pero su esperanza en el Todopoderoso es más grande y la hace sentir en calma.
“Hay miedo, hay temor, pero estamos confiando en Dios que Él va a tomar el control y vamos a salir de esta, como salimos anteriormente del huracán anterior (Helene)”, manifestó.
Además, la familia está alerta a las noticias y avisos que emiten las autoridades, teniendo activos sus celulares y computadoras, aunque no a todas horas, ya que el fluido eléctrico se ha interrumpido por varias veces en la zona.
“Posiblemente, el viernes ya estemos fuera de todo”, vaticinó la hondureña.
