Zitlala, México
En una montaña del sur de México, al final de un camino serpenteante que pasa por campos de maíz, caléndulas y palmeras hay un escalofriante cementerio clandestino cavado por narcotraficantes.
Entre el martes y el jueves, peritos de la fiscalía de Guerrero exhumaron 32 cadáveres de 17 fosas clandestinas poco profundas, escondidas entre pequeños árboles, y también nueve cabezas metidas dentro de neveras.
El descubrimiento en el poblado de Pochahuizco, municipio de Zitlala, es una nueva evidencia de la brutal violencia perpetrada por los cárteles de drogas que luchan por el control del estado de Guerrero, con costas en el Pacífico.
Para las familias de decenas de personas que han desaparecido en esa zona en años recientes, el hallazgo de las fosas revivió los temores de que sus seres queridos pudieran haber sido asesinados y enterrados allí.
Media docena de personas fueron el viernes a la morgue de la capital de Guerrero, Chilpancingo, pero sólo obtuvieron una fría respuesta: la identificación de los cadáveres tardará días.
'Me sentí mal, sentí nervios. No quiero encontrar a mi esposo aquí. Quiero encontrarlo con vida', contó a la AFP en medio del llanto Beatriz Zapoteco, de 44 años, después de dejar la morgue sin una respuesta.
'Quisiera saber si encontraron allí a mi esposo para ir descartando la posibilidad de que esté muerto. Si me dicen que no, es una esperanza de que lo voy a encontrar con vida', continuó Zapoteco, una madre de tres hijos que atiende una ferretería.
El 5 de enero pasado, siete hombres encapuchados con rifles de asalto irrumpieron en su casa y le arrebataron a su marido, Santiago Tixteco, un exconcejal que defendía los derechos de los agricultores locales.
'Ese día el mundo se apaciguó a mi alrededor', prosiguió Zapoteco, que aún no sabe quiénes se llevaron a su esposo ni por qué.
Las autoridades dicen que las bandas de narcotraficantes Los Ardillos y Los Rojos mantienen una lucha sin tregua por el control de la producción de la amapola en la región, al tiempo que aterrorizan a la población con extorsiones, secuestros y asesinatos.
Los Rojos también han librado batallas con el cártel Guerreros Unidos, que la fiscalía general ha implicado en la desaparición de 43 estudiantes en septiembre de 2014 en Iguala.
Cifras oficiales muestran que 1.832 asesinatos se han cometido en Guerrero en los primeros 10 meses de este año, en comparación con 1.651 en el mismo período en 2015. Más de 1.300 personas han sido reportadas desaparecidas en todo el estado desde 2007.
'Refugio de asesinos a sueldo'
El portavoz de seguridad del estado de Guerrero, Roberto Álvarez, dice que los investigadores de la fiscalía creen que el campamento de Zitlala ha existido durante años y probablemente ha sido utilizado por ambos cárteles durante sus alternancias en el control de la región.
'Es un lugar utilizado para ejecutar a miembros de una banda rival o mantener a las personas secuestradas', dijo Álvarez a la AFP, agregando que aún no estaba claro si el campamento fue utilizado por última vez por Los Ardillos o Los Rojos.
El campamento, que es un refugio para los sicarios, fue descubierto por soldados por una llamada telefónica anónima en la que se denunciaba que allí había personas secuestradas.
En el lugar encontraron a un hombre vivo atado de manos y pies, junto con una camioneta, un automóvil y una motocicleta, pero no había ninguna otra persona.
Soldados y policías cercaron un área de dos hectáreas alrededor de la escena del crimen, y una cinta amarilla fue colocada en árboles donde aún hay basura que se presume era de los criminales, y ahora es evidencia criminalística.
Alejandro Toriz, coordinador de la morgue de Chilpancingo, dijo que los restos humanos estaban en varios estados de descomposición.
Las víctimas halladas en las fosas habían sido estranguladas, asfixiadas, golpeadas violentamente en la cabeza, y algunas tenían las gargantas cortadas, dijo Toriz.
Manchas de sangre en el sitio sugieren que algunas fueron ejecutadas en la colina. Los cadáveres encontrados pertenecen a 29 hombres y tres mujeres.
Los expertos forenses tratan de determinar si las nueve cabezas, que todavía estaban 'frescas' cuando fueron halladas, pertenecían a nueve cuerpos que fueron arrojados en una carretera cerca de la ciudad de Tixtla hace una semana.
Cabezas y justicia
José Díaz Navarro, presidente de la organización Siempre Vivos, dedicada a la búsqueda de personas desaparecidas, dijo que la violencia surgió en 2013, cuando Los Ardillos invadieron el territorio de Los Rojos.
Más de 150 personas han desaparecido del vecino poblado de Chilapa y otras tantas de Zitlala.
Dos hermanos, un primo y dos amigos de Navarro fueron secuestrados en noviembre de 2014, cuando se dirigían a la obra de construcción de una escuela. Sus cuerpos decapitados fueron encontrados tres días después en Chilapa.
Navarro, que es profesor, sobrevivió al homicidio de todos ellos, pero huyó después de recibir amenazas de muerte para continuar con su tarea: 'Encontrar sus cráneos y la justicia'.
En una montaña del sur de México, al final de un camino serpenteante que pasa por campos de maíz, caléndulas y palmeras hay un escalofriante cementerio clandestino cavado por narcotraficantes.
Entre el martes y el jueves, peritos de la fiscalía de Guerrero exhumaron 32 cadáveres de 17 fosas clandestinas poco profundas, escondidas entre pequeños árboles, y también nueve cabezas metidas dentro de neveras.
El descubrimiento en el poblado de Pochahuizco, municipio de Zitlala, es una nueva evidencia de la brutal violencia perpetrada por los cárteles de drogas que luchan por el control del estado de Guerrero, con costas en el Pacífico.
Para las familias de decenas de personas que han desaparecido en esa zona en años recientes, el hallazgo de las fosas revivió los temores de que sus seres queridos pudieran haber sido asesinados y enterrados allí.
Media docena de personas fueron el viernes a la morgue de la capital de Guerrero, Chilpancingo, pero sólo obtuvieron una fría respuesta: la identificación de los cadáveres tardará días.
'Me sentí mal, sentí nervios. No quiero encontrar a mi esposo aquí. Quiero encontrarlo con vida', contó a la AFP en medio del llanto Beatriz Zapoteco, de 44 años, después de dejar la morgue sin una respuesta.
'Quisiera saber si encontraron allí a mi esposo para ir descartando la posibilidad de que esté muerto. Si me dicen que no, es una esperanza de que lo voy a encontrar con vida', continuó Zapoteco, una madre de tres hijos que atiende una ferretería.
El 5 de enero pasado, siete hombres encapuchados con rifles de asalto irrumpieron en su casa y le arrebataron a su marido, Santiago Tixteco, un exconcejal que defendía los derechos de los agricultores locales.
'Ese día el mundo se apaciguó a mi alrededor', prosiguió Zapoteco, que aún no sabe quiénes se llevaron a su esposo ni por qué.
Las autoridades dicen que las bandas de narcotraficantes Los Ardillos y Los Rojos mantienen una lucha sin tregua por el control de la producción de la amapola en la región, al tiempo que aterrorizan a la población con extorsiones, secuestros y asesinatos.
Los Rojos también han librado batallas con el cártel Guerreros Unidos, que la fiscalía general ha implicado en la desaparición de 43 estudiantes en septiembre de 2014 en Iguala.
Cifras oficiales muestran que 1.832 asesinatos se han cometido en Guerrero en los primeros 10 meses de este año, en comparación con 1.651 en el mismo período en 2015. Más de 1.300 personas han sido reportadas desaparecidas en todo el estado desde 2007.
'Refugio de asesinos a sueldo'
El portavoz de seguridad del estado de Guerrero, Roberto Álvarez, dice que los investigadores de la fiscalía creen que el campamento de Zitlala ha existido durante años y probablemente ha sido utilizado por ambos cárteles durante sus alternancias en el control de la región.
'Es un lugar utilizado para ejecutar a miembros de una banda rival o mantener a las personas secuestradas', dijo Álvarez a la AFP, agregando que aún no estaba claro si el campamento fue utilizado por última vez por Los Ardillos o Los Rojos.
El campamento, que es un refugio para los sicarios, fue descubierto por soldados por una llamada telefónica anónima en la que se denunciaba que allí había personas secuestradas.
En el lugar encontraron a un hombre vivo atado de manos y pies, junto con una camioneta, un automóvil y una motocicleta, pero no había ninguna otra persona.
Soldados y policías cercaron un área de dos hectáreas alrededor de la escena del crimen, y una cinta amarilla fue colocada en árboles donde aún hay basura que se presume era de los criminales, y ahora es evidencia criminalística.
Alejandro Toriz, coordinador de la morgue de Chilpancingo, dijo que los restos humanos estaban en varios estados de descomposición.
Las víctimas halladas en las fosas habían sido estranguladas, asfixiadas, golpeadas violentamente en la cabeza, y algunas tenían las gargantas cortadas, dijo Toriz.
Manchas de sangre en el sitio sugieren que algunas fueron ejecutadas en la colina. Los cadáveres encontrados pertenecen a 29 hombres y tres mujeres.
Los expertos forenses tratan de determinar si las nueve cabezas, que todavía estaban 'frescas' cuando fueron halladas, pertenecían a nueve cuerpos que fueron arrojados en una carretera cerca de la ciudad de Tixtla hace una semana.
Cabezas y justicia
José Díaz Navarro, presidente de la organización Siempre Vivos, dedicada a la búsqueda de personas desaparecidas, dijo que la violencia surgió en 2013, cuando Los Ardillos invadieron el territorio de Los Rojos.
Más de 150 personas han desaparecido del vecino poblado de Chilapa y otras tantas de Zitlala.
Dos hermanos, un primo y dos amigos de Navarro fueron secuestrados en noviembre de 2014, cuando se dirigían a la obra de construcción de una escuela. Sus cuerpos decapitados fueron encontrados tres días después en Chilapa.
Navarro, que es profesor, sobrevivió al homicidio de todos ellos, pero huyó después de recibir amenazas de muerte para continuar con su tarea: 'Encontrar sus cráneos y la justicia'.
+Tragedia de avón en Colombia deja 76 muertos