El “Obamacare” sigue con vida. Los senadores republicanos, cortos de votos, abandonaron el martes el que posiblemente será su último intento de aniquilar la ley de seguros de gastos médicos, poco antes de que se cumpliera un crucial plazo al concluir la semana.
Pero por ahora, Trump y sus colegas que durante siete años prometieron abolir la ley de Obama, la dejarán en pie, y en lugar de ello enfocarán su atención en reestructurar el código fiscal del país.
El predicamento del Partido Republicano fue resumido con franqueza por el senador Bill Cassidy, uno de los autores del proyecto de ley: “En eventos que están bajo nuestro control, y en los que no tenemos el control, carecemos de los votos”.
“¿Estoy decepcionado? Desde luego que sí”, afirmó después de un almuerzo de los republicanos al que asistió el vicepresidente Mike Pence.
De pie junto a Cassidy, el líder de la mayoría en el Senado, Mitch McConnell, dijo: “No nos hemos dado por vencidos para cambiar el sistema estadounidense de atención médica. No vamos a poder lograrlo esta semana, pero aún está frente a nosotros” como una tarea pendiente.
“Sí creemos que es hora de atender otra de nuestras prioridades, el reformar el código fiscal”, agregó McConnell.
Se habló mucho de volver a intentar rechazar la ley de salud, pero no todos los senadores republicanos se mostraban tan animosos.
El senador republicano John Kennedy describió al proyecto de ley como “más muerto que nunca”.
El proyecto que Cassidy escribió junto con el senador Lindsey Graham hubiera dado marcha atrás a los elementos centrales de la ley de Obama, incluido el requisito de que los estadounidenses tengan un seguro de gastos médicos o de lo contrario paguen multas, y ofrecía paquetes de concesiones a los estados con el fin de que diseñen sus propios sistemas con menos control federal.