SAN SALVADOR, EL SALVADOR.- El empresario Nayib Bukele jura este sábado como
presidente de El Salvador, con la misión de transformar el país que, después de tres décadas de gobiernos de derecha e izquierda, vive inmerso en la violencia homicida de las pandillas y arrastra una alicaída economía dolarizada.
Bukele, de 37 años, será juramentado durante una sesión solemne de la Asamblea Legislativa (Congreso) en la céntrica plaza Gerardo Barrios de San Salvador un poco después de las 09H00 locales (15H00 GMT), y ante la presencia de 83 delegaciones de diferentes países.
El inicio de la gestión d e Bukele 'supone un gran reto', pues tendrá que responder rápidamente a grandes expectativas con funcionarios con poca experiencia en el manejo de la administración pública y sin contar con recursos, advirtió en un editorial la jesuita Universidad Centroamericana (UCA).
Para el analista Mauricio Choussy, con Bukele se inicia una nueva era, dejando para la historia la llamada 'alternancia política' entre derecha e izquierda, con lo cual 'la democracia se fortalece'.
El nuevo mandatario rompió el bipartidismo de la derechista Alianza Republicana Nacionalista (Arena, 1989-2009) y del izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN, 2009-2014), los partidos responsables de firmar los acuerdos de paz de 1992 que finalizaron la guerra civil de 12 años.
Bukele, el empresario 'millenial' que fue alcalde de San Salvador, tiene como prioridad en su gestión de cinco años contener a las pandillas que reclutan a los jóvenes y viven de la extorsión y venta de drogas.
El Salvador se mantiene como uno de los países sin guerra más violentos del mundo con un promedio de 51 homicidios por cada 100.000 habitantes en 2018, en su mayoría atribuidos a las pandillas que tienen unos 70.000 miembros de los cuales casi 17.000 están encarcelados.
Economía estancada
También hay una gran expectativa por el rumbo económico que pueda imprimir Bukele para atraer inversión extranjera que genere empleo para una población que en los últimos años ha tenido como principal salida emigrar a Estados Unidos.
'Los salvadoreños demandan la creación de fuentes de empleo, aumento de los salarios, reducción de la pobreza y disminución del costo de la canasta básica', agregó la UCA.
Al recibir el país con una alarmante deuda que alcanza el 70% del PIB, y con una economía que en los últimos cinco años creció en promedio 2,4% anual, el nuevo gobierno tendrá dificultad para mantener los programas sociales vigentes y crear nuevos.
Al cierre de 2018, el país acumulaba una deuda pública de 18.974,6 millones de dólares, más de la mitad contraída con acreedores externos, según el Banco Central de Reserva.
Además, carga un déficit fiscal de 3% del PIB que, según cifras oficiales, podría crecer este año a 3,7% del PIB.
Con 20.742 km2 de extensión y 6,6 millones de habitantes, El Salvador depende en gran parte de las remesas enviadas por migrantes en el exterior, sobre todo Estados Unidos. Las remesas en 2018 sumaron 5.468,7 millones de dólares, equivalente a 16% del PIB.
'Lo mínimo que uno pide es que el nuevo gobierno ayude a crear empleos, que podamos caminar a la calle sin preocuparnos por la delincuencia, que haya medicinas en los hospitales. En pocas palabras que vivir en este país no sea un dolor de cabeza', dijo a AFP la enfermera Guadalupe Mendoza. de 41 años.
Depurar la administración
Además, a Bukele le corresponderá luchar contra la corrupción y comenzar por reestructurar el aparato del Estado, que en las últimas tres décadas vio su planilla crecer de 69.887 empleados públicos en 1989, a 166.577 en 2018.
Bukele ha señalado que promoverá la instalación de una comisión contra la corrupción, similar a las que existen en Guatemala y Honduras, y para ello pidió apoyo a la Organización de Estados Americanos (OEA) y las Naciones Unidas (ONU).
En los últimos años, los expresidentes Francisco Flores (1999-2004), ya fallecido, Elías Antonio Saca (2004-2009), encarcelado, y Mauricio Funes (2009-2014), asilado en Nicaragua, han enfrentado la justicia por casos de corrupción.
Bukele, de 37 años, será juramentado durante una sesión solemne de la Asamblea Legislativa (Congreso) en la céntrica plaza Gerardo Barrios de San Salvador un poco después de las 09H00 locales (15H00 GMT), y ante la presencia de 83 delegaciones de diferentes países.
El inicio de la gestión d e Bukele 'supone un gran reto', pues tendrá que responder rápidamente a grandes expectativas con funcionarios con poca experiencia en el manejo de la administración pública y sin contar con recursos, advirtió en un editorial la jesuita Universidad Centroamericana (UCA).
Para el analista Mauricio Choussy, con Bukele se inicia una nueva era, dejando para la historia la llamada 'alternancia política' entre derecha e izquierda, con lo cual 'la democracia se fortalece'.
El nuevo mandatario rompió el bipartidismo de la derechista Alianza Republicana Nacionalista (Arena, 1989-2009) y del izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN, 2009-2014), los partidos responsables de firmar los acuerdos de paz de 1992 que finalizaron la guerra civil de 12 años.
Bukele, el empresario 'millenial' que fue alcalde de San Salvador, tiene como prioridad en su gestión de cinco años contener a las pandillas que reclutan a los jóvenes y viven de la extorsión y venta de drogas.
El Salvador se mantiene como uno de los países sin guerra más violentos del mundo con un promedio de 51 homicidios por cada 100.000 habitantes en 2018, en su mayoría atribuidos a las pandillas que tienen unos 70.000 miembros de los cuales casi 17.000 están encarcelados.
Economía estancada
También hay una gran expectativa por el rumbo económico que pueda imprimir Bukele para atraer inversión extranjera que genere empleo para una población que en los últimos años ha tenido como principal salida emigrar a Estados Unidos.
'Los salvadoreños demandan la creación de fuentes de empleo, aumento de los salarios, reducción de la pobreza y disminución del costo de la canasta básica', agregó la UCA.
Al recibir el país con una alarmante deuda que alcanza el 70% del PIB, y con una economía que en los últimos cinco años creció en promedio 2,4% anual, el nuevo gobierno tendrá dificultad para mantener los programas sociales vigentes y crear nuevos.
Al cierre de 2018, el país acumulaba una deuda pública de 18.974,6 millones de dólares, más de la mitad contraída con acreedores externos, según el Banco Central de Reserva.
Además, carga un déficit fiscal de 3% del PIB que, según cifras oficiales, podría crecer este año a 3,7% del PIB.
Con 20.742 km2 de extensión y 6,6 millones de habitantes, El Salvador depende en gran parte de las remesas enviadas por migrantes en el exterior, sobre todo Estados Unidos. Las remesas en 2018 sumaron 5.468,7 millones de dólares, equivalente a 16% del PIB.
'Lo mínimo que uno pide es que el nuevo gobierno ayude a crear empleos, que podamos caminar a la calle sin preocuparnos por la delincuencia, que haya medicinas en los hospitales. En pocas palabras que vivir en este país no sea un dolor de cabeza', dijo a AFP la enfermera Guadalupe Mendoza. de 41 años.
Depurar la administración
Además, a Bukele le corresponderá luchar contra la corrupción y comenzar por reestructurar el aparato del Estado, que en las últimas tres décadas vio su planilla crecer de 69.887 empleados públicos en 1989, a 166.577 en 2018.
Bukele ha señalado que promoverá la instalación de una comisión contra la corrupción, similar a las que existen en Guatemala y Honduras, y para ello pidió apoyo a la Organización de Estados Americanos (OEA) y las Naciones Unidas (ONU).
En los últimos años, los expresidentes Francisco Flores (1999-2004), ya fallecido, Elías Antonio Saca (2004-2009), encarcelado, y Mauricio Funes (2009-2014), asilado en Nicaragua, han enfrentado la justicia por casos de corrupción.