El vocero del ministro del Interior, Nusrat Rahimi, dijo a The Associated Press que de momento no había información sobre la causa de la explosión. Tanto el Talibán como una célula local afiliada al grupo Estado Islámico suelen perpetrar cruentos ataques en la capital, Kabul.
El estallido en el salón Dubai City en el occidente de Kabul, una zona habitada por muchas personas de la comunidad minoritaria chií hazara, puso fin a un periodo de relativa calma en la ciudad.
El 7 de agosto, un coche bomba del Talibán que tenía como objetivo a las fuerzas de seguridad de Afganistán estalló en la misma calle en un transitado barrio del oeste de Kabul, dejando a 14 personas muertas y 145 heridas, en su mayoría mujeres, niños y otros civiles.
Los muy iluminados salones de boda de Kabul son el centro de la vida comunitaria en una ciudad dañada por décadas de guerra, y miles de dólares son gastados en eventos en una sola tarde.
“Devastados por la noticia de un ataque suicida al interior del salón de bodas en Kabul. Un crimen atroz contra nuestro pueblo; ¿cómo es posible entrenar a un humano y pedirle que se haga estallar al interior de una boda?”, publicó Sediq Seddiqui, vocero del presidente Ashraf Ghani, a través de Twitter.
Los salones también sirven como lugares de reunión y, en noviembre, al menos 55 personas murieron después que un atacante suicida se escabullera al salón de fiestas de Kabul en donde cientos de estudiantes y clérigos musulmanes se habían reunido para celebrar el cumpleaños del profeta Mahoma.
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El Talibán negó estar detrás del atentado, que presentó las características de los perpetrados por una célula afiliada al Estado Islámico.
La explosión del sábado en la noche ocurrió días después del fin de la festividad musulmana del Eid al-Adha, en que habitantes en Kabul visitan a parientes y amigos, y poco antes de que Afganistán celebre el lunes el centenario de su Independencia.
El estallido tuvo lugar en un momento de gran incertidumbre en Afganistán debido a que Washington y el Talibán están cerca de alcanzar un acuerdo para poner fin a casi 18 años de guerra, la más larga de Estados Unidos.
El gobierno afgano fue marginado de esas discusiones y el portavoz presidencial Seddiqi dijo horas antes que su gobierno esperaba conocer los resultados de la reunión del viernes entre el presidente Donald Trump y su equipo de seguridad nacional sobre las negociaciones. Los principales puntos incluyen el retiro de las fuerzas estadounidenses y las garantías del Talibán de no permitir que Afganistán se convierta en una plataforma para perpetrar ataques terroristas en el mundo.
Aunque se comprometió a principios de año a hacer más para proteger a los civiles, el Talibán continúa perpetrando cruentos atentados contra las fuerzas de seguridad afganas y de otra índole en lo que es visto como un intento para fortalecer su posición en la mesa de negociaciones.
El conflicto no para de cobrar su horrible cuenta de vidas humanas civiles. El año pasado, más de 3.800 personas, de ellas más de 900 menores, murieron en Afganistán debido a acciones del Talibán, las fuerzas de Estados Unidos y Aliadas, una célula afiliada al Estado Islámico y otros actores, dijo Naciones Unidas.
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