López Obrador dijo el sábado que Biden le afirmó que Estados Unidos enviaría 4, 000 millones de dólares para ayudar al desarrollo en Honduras, El Salvador y Guatemala —naciones cuyas penurias económicas y sociales han causado oleadas de migrantes que cruzan México rumbo a la frontera con Estados Unidos.
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“Conversamos con el presidente Biden, fue amable y respetuoso. Tratamos asuntos relacionados con la migración, el #covid19 y la cooperación para el desarrollo y el bienestar. Todo indica que serán buenas las relaciones por el bien de nuestros pueblos y naciones”, señaló López Obrador en Facebook.
El presidente mexicano agregó que en su conversación vía telefónica con Biden se abordó la necesidad de atender las causas por las que la gente emigra de sus países.
México ha frenado los intentos recientes de caravanas de centroamericanos de cruzar el país.
La conversación de Biden y López Obrador se da en un momento tenso —días después que el presidente de México acusara a la agencia antidrogas de Estados Unidos (DEA) de fabricar cargos de narcotráfico contra el general Salvador Cienfuegos, exsecretario de Defensa.
Aunque México ha mantenido su compromiso de impedir el tránsito de grandes contingentes de migrantes centroamericanos hacia la frontera con Estados Unidos, no han faltado los puntos de fricción entre ambos países.
El gobierno mexicano exigió la devolución de Cienfuegos tras su arresto en Los Ángeles en octubre, amenazando con restringir las actividades de los agentes estadounidenses en México si él no era enviado de regreso. Los fiscales federales en Estados Unidos aceptaron retirar los cargos y regresar a Cienfuegos a México.
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Pese a ello, México aprobó una ley que restringe las actividades de los agentes extranjeros y les retiró la inmunidad, al tiempo que dio a conocer los cargos que los fiscales estadounidense presentaron contra Cienfuegos —a quien la Fiscalía General de la República exoneró rápidamente.
Por su parte, la Casa Blanca informó que Biden habló sobre “revertir las políticas draconianas sobre inmigración del gobierno anterior”.
Biden también dialogó el viernes con Trudeau, quien esta semana manifestó públicamente su descontento con la decisión del nuevo mandatario estadounidense de emitir una orden ejecutiva para suspender la construcción del oleoducto Keystone XL.
Se planeaba que el polémico proyecto transportara unos 800,000 barriles de petróleo al día desde las arenas bituminosas de la provincia de Alberta hasta la costa de Texas en el Golfo de México, pasando por Montana, Dakota del Sur, Nebraska, Kansas y Oklahoma.
En su conversación privada, Biden le dijo a Trudeau que con la orden ejecutiva cumplía un compromiso de campaña de frenar la construcción del oleoducto, según indicó a The Associated Press un alto funcionario canadiense, quien solicitó el anonimato a fin de hablar sobre la conversación privada entre los gobernantes.
La Casa Blanca señaló en un comunicado que Biden reconoció la decepción de Trudeau por su decisión sobre Keystone.
El premier canadiense le dijo a la prensa antes de la llamada del viernes que no permitiría que sus diferencias con Biden sobre el proyecto se conviertan en una fuente de tensiones en las relaciones entre Estados Unidos y Canadá.
“No siempre va a haber una alineación perfecta con Estados Unidos”, declaró Trudeau. “Es el caso con cualquier presidente, pero nos hallamos en una situación en que estamos mucho más alineados en cuanto a valores y enfoque. Tengo muchas ganas de trabajar con el presidente Biden”.
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El mandatario estadounidense firmó la orden ejecutiva para detener la construcción del oleoducto horas después de asumir la presidencia.
“Dejar vigente el permiso para el oleoducto Keystone XL no sería congruente con los imperativos económicos y climáticos de mi gobierno”, sostuvo Biden en su orden ejecutiva.
Los detractores afirman que las crecientes operaciones elevan las emisiones de gases de efecto invernadero y amenazan los ríos y bosques de Alberta. En el lado estadounidense, los ambientalistas se dijeron preocupados de que el oleoducto —que cruzaría el Acuífero de Ogalla, uno de los depósitos subterráneos de agua dulce más grandes del mundo— fuese demasiado riesgoso.
Sin embargo, quienes lo promueven aseguran que generaría miles de empleos en ambos países.
El proyecto fue propuesto en 2008, y se ha vuelto emblemático de las tensiones entre el desarrollo económico y la reducción de las emisiones por la quema de combustibles fósiles que están causando el cambio climático. El gobierno del presidente Barack Obama lo rechazó, pero Donald Trump lo reactivó y le dio un fuerte respaldo. La construcción ya había comenzado.
Biden y Trudeau también conversaron sobre la posibilidad de que Canadá reciba la vacuna contra el covid-19 de la planta de la farmacéutica Pfizer en Kalamazoo, Michigan, según un segundo alto funcionario canadiense que solicitó el anonimato para poder hablar sobre una conversación privada.
Canadá está recibiendo todas sus dosis de Pfizer de una instalación de la compañía en Puurs, Bélgica, pero la farmacéutica le informó al gobierno canadiense que no le mandará ninguna dosis la próxima semana y en las próximas tres semanas recibirá 50% menos de lo previsto. El premier de Ontario, Doug Ford, ha solicitado públicamente a Biden que comparta un millón de dosis fabricadas en la instalación de Pfizer en Michigan.
Washington tiene un acuerdo con Pfizer en el que las primeras 100 millones de dosis de la vacuna producida en el país serán propiedad del gobierno estadounidense para distribuirlas en Estados Unidos. Anina Anand, la ministra de adquisiciones federales de Canadá, ha dicho que las dosis fabricadas en la planta de Michigan son para distribuirlas en Estados Unidos.
Ambos gobernantes también conversaron ampliamente sobre asuntos de comercio, defensa y el clima. Trudeau planteó asimismo los casos de dos canadienses encarcelados en China al parecer en represalia por el arresto de una alta ejecutiva de Huawei detenida en Canadá por una solicitud estadounidense de extradición, según la oficina del primer ministro.