Se cancelaron vuelos y trenes y muchas oficinas cerraron, como el consulado de Estados Unidos en Shanghái. Las escuelas infantiles, parques y el famoso Bund a la orilla del río quedaron clausurados. Casi 50,000 personas acudieron a refugios y otras recibieron orden de no salir de casa si no era absolutamente necesario.
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Los vientos derribaron unos 30,000 árboles, además de 268 carteles publicitarios y de tiendas. Los cortes de electricidad afectaban a 110,000 usuarios, con 12,700 viviendas sin luz. El metro de Shanghái registraba cortes parciales para evitar posibles inundaciones.
A mediodía, el centro del tifón In-fa estaba unos 60 kilómetros (37 millas) al suroeste de Shanghái, con vientos sostenidos de unos 100 kilómetros (62 millas) por hora. El domingo tocó tierra por primera vez en la provincia de Zhejiang, justo al sur de Shanghái, y después atravesó la Bahía de Hangzhou hacia el norte antes de volver a tocar tierra en el límite sur de Shanghái.
No se reportaron muertos o heridos, aunque se esperaba que las pérdidas del sector agrícola fueran considerables. El tifón había dejado fuertes lluvias antes en Taiwán.
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En el centro de China continuaban las labores de rescate y se trasladaban suministros a la ciudad de Zhengzhou después de inundaciones que mataron al menos a 63 personas, incluidas 12 en una estación de metro de la ciudad.
Se esperaba que In-fa se desplazara tierra adentro hacia el norte-noroeste, y se debilitara de forma progresiva.
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