WASHINGTON, ESTADOS UNIDOS.-Un Joe Biden impopular y abrumado por varios fracasos políticos intentará levantar la moral de los estadounidenses el martes con su primer discurso sobre el estado de la Unión, con el mundo pendiente de la invasión rusa de Ucrania.
En este importante ritual político, el presidente pronuncia cada año ante los miembros del Congreso un discurso que ha sido sopesado mil veces.
Los mandatarios acostumbran a centrarse en temas internos, pero la invasión de Ucrania por orden de su homólogo ruso Vladimir Putin ha desbaratado los planes.
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Esta guerra pone a prueba una de las grandes promesas del presidente estadounidense: ser el campeón de las democracias contra los regímenes autoritarios, el unificador de los aliados de Estados Unidos.
“Se puede contar con que (mencione) la importancia de Estados Unidos para liderar la defensa de los valores y normas internacionales”, declaró su portavoz Jen Psaki el lunes.
Biden hubiera preferido hablar de la vuelta a una cierta normalidad para los estadounidenses, cansados de la pandemia y desmoralizados por un fuerte repunte de la inflación.
Sin mascarilla, con vallas
Para ello podría haberse apoyado en una imagen: la de los congresistas sin mascarillas, cuyo uso es opcional en el interior del Capitolio.
Pero a su llegada al imponente edificio se topará con vallas, como las que lo protegieron durante seis meses tras el asalto del 6 de enero de 2021 por parte de simpatizantes del expresidente Donald Trump.
Unas vallas que le recordarán que su promesa de reconciliar a Estados Unidos no parece que sea para mañana. El sábado Trump fue aclamado por sus simpatizantes durante la gran convención anual de los conservadores estadounidenses.
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Es un presidente profundamente impopular el que hablará el martes por la noche, a las 21H00 locales (01H00 GMT del miércoles).
Según el último sondeo publicado por la cadena ABC, su índice de confianza entre la opinión pública -que empezó a bajar a mediados del año pasado tras una caótica retirada militar de Afganistán- cayó hasta el 37%.
El mismo Biden parece tener cada vez más dificultad, durante sus apariciones públicas, para expresar con convicción ese optimismo que se había convertido, en más de 40 años de carrera política, en su seña de identidad.
Proyectos
Para tratar de levantar la moral del país, el 46º presidente de Estados Unidos recordará algunos éxitos: la economía y el empleo están boyantes, ha lanzado un plan de inversión masiva en infraestructuras, acaba de nombrar a una mujer negra como magistrada de la Corte Suprema...
En el plano internacional, ante la invasión de Ucrania, Biden ha logrado estrechar los lazos entre Estados Unidos y sus aliados occidentales.
Pero muchos republicanos lo acusan de no ser suficientemente firme frente a la brutalidad de Vladimir Putin. Y a nivel nacional el presidente tuvo que enterrar dos importantes promesas de campaña debido a la ínfima mayoría de los demócratas en el Congreso.
Biden, que bien podría perder esa mayoría en las elecciones de medio mandato de este año, no pudo conseguir la aprobación de su faraónico programa de gasto social ni de la reforma de la ley electoral, que se supone que mejora el acceso de los afroestadounidenses a las urnas.
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El presidente demócrata, quien no descarta volver a postularse en 2024, destacará proyectos económicos y sociales, según la Casa Blanca, con anuncios concretos sobre el transporte marítimo, las residencias de ancianos o la energía verde.
Biden no ha roto con todas las orientaciones industriales de su predecesor republicano, y podría abogar por la relocalización de actividades y puestos de trabajo en Estados Unidos.
Pero hará falta más que un buen discurso del presidente -que es el primero en reconocer que no es un orador brillante- para cambiar las opiniones en Estados Unidos.
Según una encuesta publicada a fines de enero por el Instituto Gallup, el 85% de los estadounidenses dicen que están realmente satisfechos con sus propias vidas, un nivel cercano al más alto de la historia. Pero solo el 17% cree que su país va por buen camino.