Es día de elecciones en la capital de Bolivia el domingo, un feriado obligatorio y libre de alcohol para un país que impone una serie de reglas inusualmente estrictas cuando tiene actividades electorales.
Los críticos a menudo señalan que el sistema estadounidense para realizar comicios en los martes laborales dificulta que los votantes acudan a las urnas. Los bolivianos no tienen esa excusa, a menos que vivan muy lejos de un centro de votación.
“Este día aprovechamos de pasarla en familia paseando”, comentó Paula de Requena, de 51 años. “Nos reunimos en el colegio que votamos con amigos. Es una jornada en la que me reúno con mis hijos que viven cerca. Aprovechamos que no hay nada de autos ni distracciones”.
Para Carmina Quipe, una vendedora de comida callejera de 41 años, es una oportunidad de obtener dinero extra ya que los restaurantes se ven obligados a cerrar.
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“Ya he votado. Ahora voy a aprovechar de vender comida para la gente que viene a votar y come cerca del colegio en el que vota”, dijo. “Es un día donde vendemos súper bien”.
Países de distintas partes del mundo generalmente imponen restricciones dirigidas a tratar de evitar perturbaciones en un día de elecciones. Muchos prohíben la venta de alcohol y el proselitismo político, mientras que otros no dejan que la gente porte armas de fuego o realice reuniones grandes. Unos pocos, como Nigeria, prohíben la mayoría del tránsito vehicular. Bolivia hizo todo lo anterior el domingo, mientras el presidente Evo Morales trataba de obtener un cuarto mandato seguido.
La venta y consumo de alcohol estuvo prohibida, incluso dentro de las casas. Los cines, tiendas, restaurantes y supermercados tuvieron que cerrar. Las autoridades electorales también impidieron que la gente portara armas, cuchillos o instrumentos “contundentes y peligrosos”.
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Los vehículos motorizados no tuvieron permitido circular, con excepción de aquellos que contaban con un permiso especial concedido a médicos, policías, autoridades y periodistas que cubren los comicios.
En lugar de automóviles, las calles estaban repletas de jóvenes jugando fútbol o andando en bicicleta, o de vendedores callejeros como Quipe.
La policía informó que había realizado más de 100 arrestos hasta el mediodía por violaciones a las normas.
Abraham Rojas, un mecánico de 33 años, fue a las urnas con su esposa, sus dos hijos y su perrito.
“Estamos aprovechando el buen clima, vamos a ir a pasear”, comentó. “Y luego a estar pendientes de qué va a pasar con el país”.