BRASILIA, BRASIL.- La policía brasileña enfrentó con gases lacrimógenos a cientos de partidarios del expresidente ultraderechista Jair Bolsonaro que se manifestaron el reciente domingo ante el Congreso en Brasilia, una semana después de la investidura del presidente izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva.
Los manifestantes, no conformes con la reprensión policial, burlaron la seguridad e ingresaron por la fuerza al palacio presidencial y la corte suprema que rehusaban desalojar.
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Las inmediaciones del Congreso habían sido acordonadas por las autoridades, pero bolsonaristas que se niegan a aceptar la elección de Lula retiraron las vallas de seguridad y decenas de ellos subieron la rampa del edificio para ocupar la azotea.
Después de esta acción, hay más de 1,200 detenidos, decenas de heridos y, mientras, el Supremo ha ordenado el desmantelamiento de las acampadas de los partidarios de Bolsonaro en 24 horas, de lo contrario tomará medidas contra las autoridades responsables.
¿Cuál es el origen del asalto?
La victoria electoral de Lula da Silva sobre Bolsonaro en las elecciones del pasado octubre fueron el origen de lo sucedido este domingo. Con un país muy dividido y un resultado ajustadísimo, el izquierdista volvió al poder entre las críticas de su oponente por supuesto fraude electoral.
Solo días después de los comicios, el Tribunal Electoral de Brasil multó con cuatro millones de euros al partido de Bolsonaro por intentar invalidar los resultados de las elecciones del país.
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Acusó al mandatario de atentar contra el estado democrático y aseguró que no existen pruebas de fraude electoral que justifiquen la impugnación de los resultados y que Bolsonaro solo pretendía incentivar movimientos delictivos en el país. Llegó incluso a congelar los fondos electorales de su partido.
Los radicales exigían una «intervención» militarNo contentos con ello, seguidores de Bolsonaro no han llegado a reconocer el resultado de las elecciones presidenciales y han venido exigiendo una “intervención” militar que devuelva al poder al capitán retirado del Ejército, actualmente en Estados Unidos sin previsión de vuelta.
Comenzaron a montar campamentos de protestas que han permanecido activos durante dos meses hasta que, tras lo sucedido este domingo, el Tribunal Supremo de Brasil ha ordenado este lunes al Ejército desmantelar todos los “campamentos bolsonaristas” que existen en el territorio nacional.
El magistrado Alexandre de Moraes ha recalcado así la importancia de que estos campamentos -situados en territorio ajeno al Ejército- sean completamente desmantelados a medida que la Policía arresta a “todos aquellos manifestantes que aún queden en las calles”.
Grupos de Whatsapp y Bolsonaro fuera del país
A los campamentos de radicales se suman distintos grupos de Whatsapp, que durante semanas han ido organizando el asalto masivo. Según ‘O Globo’, se han llegado a monitorizar hasta 17.000 grupos que se han intensificado desde el 5 de enero hasta el domingo, cuando tuvo lugar el golpe. Más de 40 autobuses llenos de radicales llegaron al lugar para perpetrar los hechos.
Mientras esto ocurría, el ya expresidente permanecía en Florida, donde se refugia desde antes de que tuviera lugar el traspaso de poder y donde permanece a día de hoy.
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Ahí es donde reside su homólogo y amigo estadounidense, Donald Trump, investigado por su responsabilidad en el asalto al Capitolio ocurrido hace exactamente dos años y que ha vuelto a la actualidad tras lo acontecido este domingo en Brasil por sus significativas semejanzas.
También el silencio de ambos expresidentes y su falta de contundencia en la condena a estos hechos ha sido similar.