El presidente estadounidense Donald Trump se encuentra en medio de una tormenta política desde que despidió al director del FBI James Comey, una decisión que según él no tiene ningún vínculo con la investigación que efectúa la policía federal sobre una posible colusión con Rusia.
El director interino del FBI Andrew McCabe deberá dar testimonio público este jueves ante la poderosa comisión de Inteligencia del Senado, una de las tres comisiones que investiga la injerencia rusa en la campaña presidencial estadounidense.
Los legisladores de ambos partidos se preguntan desde la noche del martes sobre los motivos y el momento escogido para el despido de Comey. La oposición demócrata sospecha que el presidente quiere obstaculizar una investigación que apunta a su nombre y que tiene como objetivo además a varios de sus allegados.
La Casa Blanca rechazó los llamados de los demócratas para la designación de un fiscal especial para supervisar la investigación sobre la presunta injerencia rusa en la campaña presidencial estadounidense.
'No pensamos que eso sea necesario', dijo Sarah Huckabee Sanders, portavoz de Trump, al ser consultada sobre esos reclamos.
La decisión de Trump de despedir a Comey provocó un terremoto político e hizo que inmediatamente se comparara el caso con el escándalo del Watergate, que condujo a la renuncia de Richard Nixon en 1974.
Interrogado por la prensa en la Sala Oval el miércoles, Trump dijo que Comey 'no hacía un buen trabajo'.
Justo un día después de despedir a Comey, Trump recibió en la Casa Blanca al jefe de la diplomacia rusa, Serguei Lavrov.
'El presidente Trump manifestó su interés en poner en vigor relaciones de trabajo pragmáticas y mutuamente beneficiosas' con Rusia, declaró luego Lavrov, quien tachó de 'invención' los alegatos de la injerencia rusa en los comicios de Estados Unidos.
Excusas risibles
El senador demócrata Richard Blumenthal, quien había hablado en las cadenas de televisión sobre una 'posible crisis constitucional', afirmó que las razones que dio el gobierno para echar a Comey eran 'risibles'.
Durante la gestión de Comey, el FBI estaba investigando si existió una colusión entre el comité de campaña de Trump y Rusia para beneficiar al aspirante republicano.
El ahora exdirector del FBI había molestado a ambos partidos: a los republicanos, por cerrar la investigación contra la candidata demócrata, Hillary Clinton; y a los demócratas al reabrir esa misma investigación antes de la elección.
Los demócratas -y algunos republicanos- ven en la decisión de deshacerse de Comey un intento de poner fin a la investigación del FBI sobre las relaciones del equipo de Trump con altos funcionarios rusos.
'Esa explicación busca tapar una verdad indiscutible: el presidente despidió al director del FBI en medio de una de las más importantes investigaciones de seguridad nacional en la historia de nuestro país', afirmó el senador por Vermont Patrick Leahy.
Algunos centenares de manifestantes se congregaron frente a la Casa Blanca para reclamar el nombramiento de un fiscal especial para el caso al grito de '¡Vergüenza!, ¡Vergüenza!'.
Por su parte, Comney fue invitado a declarar el martes próximo a puertas cerradas ante la comisión de Inteligencia del Senado, que realiza su propia investigación sobre la presunta injerencia de Rusia.
Los senadores de esta comisión emitieron este miércoles una citación para que el exconsejero de seguridad nacional de Trump, el general Michael Flynn, les facilite todos los documentos que podrían resultarles de ayuda respecto a los posibles vínculos de allegados a Trump con Moscú.
Flynn se vio obligado a dimitir el 13 de febrero, después de que salieran a la luz repetidos contactos que mantuvo con el embajador ruso en Washington antes y después de la elección presidencial.
Trump recurrió a Twitter para defender su decisión de despedir a Comey asegurando que 'Comey perdió la confianza de casi todo el mundo en Washington, tanto de republicanos como de demócratas. ¡Cuando las cosas se calmen, me lo agradecerán!'.
Un papel desmesurado
No obstante, varios miembros del propio partido del presidente intentaron distanciarse de su decisión, como Richard Burr, jefe de la Comisión de Inteligencia del Senado.
'Estoy preocupado por el momento y las razones del despido del director Comey', señaló Burr en un comunicado. 'Creo que es una pérdida para el [FBI] y la nación'.
Los directores del FBI son nombrados para períodos de diez años. Comey, de 56 años, quien es popular entre los agentes del organismo, había sido nombrado hacía cuatro.
Comey tuvo un papel excesivo -y controversial- en el escenario político el año pasado.
Clinton lo acusó de su derrota ante Trump, argumentando que la decisión de Comey de reabrir la investigación de sus correos electrónicos poco antes de las elecciones había asustado a los electores y cortado su 'momentum'.
Comey declaró ante legisladores la semana pasada que había sentido 'náuseas' ante el solo pensamiento de que había influido en la elección al reabrir la investigación, pero aseguró que no podía haber hecho otra cosa.
Cuando en un principio Trump había decidido mantener a Comey en su puesto, levantó las críticas de quienes vieron en ese gesto un premio por haber perjudicado a Clinton.
Pero solo pocos meses después ya Comey parecía apuntar a Trump y a las relaciones entre su comité de campaña y Rusia para influir en las elecciones presidenciales.