En respuesta a años de presión de las familias de las víctimas de esos ataques, el FBI y el Departamento de Justicia decidieron desclasificar el nombre del funcionario saudí 'a la luz de las circunstancias extraordinarias de este caso en particular'.
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El caso ha amenazado durante mucho tiempo con avergonzar al gobierno saudita, que ha negado repetidamente vínculos con Al Qaida, y lo ha dejado expuesto a reclamos por daños que podrían llegar a miles de millones de dólares.
Esa persona en cuestión era uno de los tres principales funcionarios sauditas mencionados en un informe del FBI sobre los ataque, que supuestamente habían ayudado a algunos de los atacantes después de que llegaran a Estados Unidos.
Según la investigación oficial, 19 hombres, 15 de ellos sauditas, participaron en el complot para secuestrar cuatro aviones y estrellarlos contra las dos torres World Trade Center, en Nueva York, otro contra el Departamento de Defensa -Pentágono- y el cuarto que tenía como objetivo la Casa Blanca o el Congreso, en Washington.
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Cerca de 3, 000 personas murieron en estos ataques cometidos, y las familias de las víctimas demandaron al gobierno saudita por daños y perjuicios.
Un informe oficial sobre los ataques realizado en 2002 aseguró que algunos de los atacantes habían recibido fondos de funcionarios sauditas, 'al menos dos' de los cuales 'fueron sindicados por algunos como oficiales de inteligencia sauditas'.
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