BRASILIA, BRASIL.- Jair Bolsonaro se convierte este martes en
presidente de Brasil con una agenda social ultraconservadora y un programa de apertura económica que prometen sacudir la política interna y los equilibrios regionales de las últimas décadas.
A sus 63 años, este exparacaidista de ultraderecha, nostálgico de la dictadura militar (1964-1985) y con un historial de exabruptos misóginos, racistas y homófobos, asume las riendas de la mayor potencia latinoamericana, de 209 millones de habitantes.
Y lo hace con una fuerte legitimidad electoral, tras haber obtenido en octubre más de 57 millones de votos (55%) presentándose como un salvador en un país agotado por los escándalos de corrupción, la violencia y la crisis económica.
La ceremonia en Brasilia, en la que también será investido el general retirado Hamilton Mourao como vicepresidente, se llevará a cabo bajo un extremo esquema de seguridad, que incluye el despliegue de sistemas antimisiles y aviones de combate.
Sobreviviente de una puñalada en el abdomen durante la campaña, aún no está decidido si recorrerá la Explanada de los Ministerios junto a su joven esposa Michelle en un Rolls Royce descapotable, como lo quiere la tradición, o en un vehículo blindado.
La firma del acta que lo convertirá en el 38º mandatario desde la proclamación de la república en 1889 está prevista hacia las 15H00 locales (17H00 GMT). Allí pronunciará su primer discurso oficial.
Pero el momento más esperado será cuando suba la rampa del Palacio de Planalto, sede de la presidencia, donde recibirá de manos de su predecesor, el conservador Michel Temer, la banda presidencial, una pieza de seda verde y amarilla bordada de oro y diamantes.
Expectación
Asisten unos doce jefes de Estado y de gobierno, entre otros representantes, la misma cantidad que acudió a la ceremonia de investidura en 2003 del presidente de izquierda Luiz Inácio Lula da Silva, que purga desde abril una pena de 12 años de cárcel por corrupción.
Entre los presentes figuran el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu y el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo. No fueron invitados el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ni el de Cuba, Miguel Díaz-Canel, a los que califica de 'dictadores' de izquierda.
Desde primera hora de la mañana, bajo una fina lluvia, seguidores de Bolsonaro comenzaban a pasar los controles de seguridad de la Explanada de los Ministerios, donde son aguardadas entre 250.000 y 500.000 personas.
'La mejor expectaviva del mundo con Bolsonaro. Creo que necesitamos alguien honesto, y creo que él encaja en ese perfil. Va a salir bien', declaró a la AFP Marcelo Galasso, un técnico en química de 48 años.
El primer documento difundido por la Presidencia señaló que Bolsonaro destacó, en sus casi tres décadas como diputado, por su defensa 'de la posesión de armas de fuego para el ciudadano de bien y del derecho a la legímita defensa', una de sus principales banderas de campaña en un país que en 2017 registró la cifra récord de 63.000 homicidios.
Según el documento, entre sus prioridades de gobierno figuran la 'desburocratización y la reducción del estado', 'la igualdad de oportunidades' y el 'combate a la corrupción', tras años de gigantescos escándalos que dejaron el prestigio del país por los suelos.
Eje EEUU-Brasil-Israel
Bolsonaro, apodado el 'Donald Trump tropical', ha dicho que quiere lazos más próximos con Estados Unidos e Israel, formando una suerte de nuevo eje que rompe con décadas de políticas de centro-izquierda que buscaron reforzar los lazos Sur-Sur, por lo general sin éxito, y posicionar a Brasil como una potencia capaz de dialogar con todos.
Esa ola antiglobalizadora y conservadora ganó igualmente países como Italia, Hungría, Polonia, Filipinas, Rusia o Turquía.
Bolsonaro ha prometido trasladar la embajada brasileña de Tel Aviv a Jerusalén, un paso que podría suponerle represalias comerciales de los países árabes, grandes compradores de carne brasileña.
También ha anunciado la salida de Brasil del Pacto Mundial para la Migración de Naciones Unidas y ha amenazado con hacer lo propio con el Acuerdo de París contra el cambio climático.
Y está por verse qué tipo de relación quiere con China, el principal socio comercial del gigante sudamericano, después de acusar a Pekín de 'comprar a Brasil'.
Gobernabilidad
A partir de este martes, Bolsonaro deberá demostrar si es capaz de poner en práctica sus promesas de desterrar los vicios de la vieja política brasileña y de sacar adelante sus programas de recortes fiscales y privatizaciones con los que sedujo a los mercados.
Su equipo de 22 ministros, entre ellos siete militares retirados, es una mezcla de conservadurismo moral con liberalismo económico.
Para asegurar la gobernabilidad, deberá mantener la convergencia de los lobbies transpartidarios que le dieron un apoyo clave en la campaña: los grandes productores agrícolas, las ultraconservadoras iglesias pentecostales y los defensores de la flexibilización de la posesión de armas.
En materia económica, su prioridad número uno es tramitar en el Congreso una reforma del sistema de jubilaciones para reducir su impacto en las cuentas públicas. Una medida altamente impopular.
A sus 63 años, este exparacaidista de ultraderecha, nostálgico de la dictadura militar (1964-1985) y con un historial de exabruptos misóginos, racistas y homófobos, asume las riendas de la mayor potencia latinoamericana, de 209 millones de habitantes.
Y lo hace con una fuerte legitimidad electoral, tras haber obtenido en octubre más de 57 millones de votos (55%) presentándose como un salvador en un país agotado por los escándalos de corrupción, la violencia y la crisis económica.
La ceremonia en Brasilia, en la que también será investido el general retirado Hamilton Mourao como vicepresidente, se llevará a cabo bajo un extremo esquema de seguridad, que incluye el despliegue de sistemas antimisiles y aviones de combate.
Sobreviviente de una puñalada en el abdomen durante la campaña, aún no está decidido si recorrerá la Explanada de los Ministerios junto a su joven esposa Michelle en un Rolls Royce descapotable, como lo quiere la tradición, o en un vehículo blindado.
La firma del acta que lo convertirá en el 38º mandatario desde la proclamación de la república en 1889 está prevista hacia las 15H00 locales (17H00 GMT). Allí pronunciará su primer discurso oficial.
Pero el momento más esperado será cuando suba la rampa del Palacio de Planalto, sede de la presidencia, donde recibirá de manos de su predecesor, el conservador Michel Temer, la banda presidencial, una pieza de seda verde y amarilla bordada de oro y diamantes.
Expectación
Asisten unos doce jefes de Estado y de gobierno, entre otros representantes, la misma cantidad que acudió a la ceremonia de investidura en 2003 del presidente de izquierda Luiz Inácio Lula da Silva, que purga desde abril una pena de 12 años de cárcel por corrupción.
Entre los presentes figuran el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu y el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo. No fueron invitados el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ni el de Cuba, Miguel Díaz-Canel, a los que califica de 'dictadores' de izquierda.
Desde primera hora de la mañana, bajo una fina lluvia, seguidores de Bolsonaro comenzaban a pasar los controles de seguridad de la Explanada de los Ministerios, donde son aguardadas entre 250.000 y 500.000 personas.
'La mejor expectaviva del mundo con Bolsonaro. Creo que necesitamos alguien honesto, y creo que él encaja en ese perfil. Va a salir bien', declaró a la AFP Marcelo Galasso, un técnico en química de 48 años.
El primer documento difundido por la Presidencia señaló que Bolsonaro destacó, en sus casi tres décadas como diputado, por su defensa 'de la posesión de armas de fuego para el ciudadano de bien y del derecho a la legímita defensa', una de sus principales banderas de campaña en un país que en 2017 registró la cifra récord de 63.000 homicidios.
Según el documento, entre sus prioridades de gobierno figuran la 'desburocratización y la reducción del estado', 'la igualdad de oportunidades' y el 'combate a la corrupción', tras años de gigantescos escándalos que dejaron el prestigio del país por los suelos.
Eje EEUU-Brasil-Israel
Bolsonaro, apodado el 'Donald Trump tropical', ha dicho que quiere lazos más próximos con Estados Unidos e Israel, formando una suerte de nuevo eje que rompe con décadas de políticas de centro-izquierda que buscaron reforzar los lazos Sur-Sur, por lo general sin éxito, y posicionar a Brasil como una potencia capaz de dialogar con todos.
Esa ola antiglobalizadora y conservadora ganó igualmente países como Italia, Hungría, Polonia, Filipinas, Rusia o Turquía.
Bolsonaro ha prometido trasladar la embajada brasileña de Tel Aviv a Jerusalén, un paso que podría suponerle represalias comerciales de los países árabes, grandes compradores de carne brasileña.
También ha anunciado la salida de Brasil del Pacto Mundial para la Migración de Naciones Unidas y ha amenazado con hacer lo propio con el Acuerdo de París contra el cambio climático.
Y está por verse qué tipo de relación quiere con China, el principal socio comercial del gigante sudamericano, después de acusar a Pekín de 'comprar a Brasil'.
Gobernabilidad
A partir de este martes, Bolsonaro deberá demostrar si es capaz de poner en práctica sus promesas de desterrar los vicios de la vieja política brasileña y de sacar adelante sus programas de recortes fiscales y privatizaciones con los que sedujo a los mercados.
Su equipo de 22 ministros, entre ellos siete militares retirados, es una mezcla de conservadurismo moral con liberalismo económico.
Para asegurar la gobernabilidad, deberá mantener la convergencia de los lobbies transpartidarios que le dieron un apoyo clave en la campaña: los grandes productores agrícolas, las ultraconservadoras iglesias pentecostales y los defensores de la flexibilización de la posesión de armas.
En materia económica, su prioridad número uno es tramitar en el Congreso una reforma del sistema de jubilaciones para reducir su impacto en las cuentas públicas. Una medida altamente impopular.