¿Es realmente así? ¿Lo que hace WikiLeaks es periodismo o algo muy diferente?
La respuesta no estuvo clara cuando esa organización se dio a conocer a principios de la década en curso con la difusión de documentos oficiales sobre las guerras de Irak y Afganistán. Y ahora está más difusa todavía.
Surgido en el 2006 por iniciativa del hacker australiano Assange, WikiLeaks difundió información en su estado original, no artículos trabajados. Cosas como los correos personales de Sarah Palin o las listas de afiliados a organizaciones neonazis. Los miles de memos, cables y otros documentos sobre la participación de Estados Unidos en guerras obtenidos cuando Assange se contactó con Chelsea Manning para penetrar una computadora del Pentágono puso a WikiLeaks en otro nivel. Algunos consideraron a Assange un héroe, otros un traidor.
De un modo u otro, WikiLeaks fue considerada un nuevo tipo de organización noticiosa que se nutría del poder de la internet y de la democratización de la información.
“Se necesita desesperadamente nuestro trabajo”, afirmó una integrante de WikiLeaks, Sarah Harrison, en una columna publicada en el 2016 por el New York Times. “El mundo está conectado por redes de poder que no le rinden cuentas a nadie y que abarcan industrias y países, partidos políticos, corporaciones e instituciones. WikiLeaks arroja luz sobre estas redes al revelar no solo episodios individuales, sino también información sobre las estructuras de poder”.
Los métodos de la organización pueden ser vistos como una amenaza a medios tradicionales que vigilan al poder. Pero el periodismo ha incorporado numerosas tradiciones a lo largo de los siglos.
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WikiLeaks ha incidido en dos tendencias positivas en el periodismo en la última década, de acuerdo con Lisa Lynch, profesora de periodismo de la Universidad Drew que ha escrito sobre la organización. Pone énfasis en la importancia de un periodismo basado en datos, una herramienta cada día más valiosa. Y dado que WikiLeaks a menudo está dispuesto a colaboraron con medios tradicionales para difundir la información, alienta a las organizaciones noticiosas a cooperar más en la búsqueda de información. La investigación del 2016 sobre los “Panamá Papers” que sacó a la luz las cuentas de líderes políticos en el exterior demostró lo que puede suceder cuando los periodistas trabajan en equipo.
Los ideales utópicos son una cosa, sin embargo, y la realidad puede ser algo más complejo.
La información no es siempre solo eso, información. Los archivos de los gobiernos pueden contener los nombres de informantes en tiempos de guerra y poner en peligro las vidas de muchas personas. Y la información puede ser convertida en un arma a partir de lo que se revela y lo que no. Por ejemplo, mucha gente consideró la publicación de las comunicaciones privadas de la campaña de Hillary Clinton como un indicio de connivencia con Rusia y un factor que contribuyó a la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales.
Es sabido, no obstante, que muchos de los periodistas más prominentes a menudo son gente que toma partido y que deja saber sus opiniones. Hoy mismo hay organizaciones noticiosas que ofrecen información desde cierta perspectiva y que son consideradas periodísticas.
Agréguele a esto la creciente importancia de los blogueros y de las redes sociales, que permiten a cualquiera con una conexión de internet autodescribirse como “periodista” y difundir de inmediato información que trasciende a todo el mundo. De nuevo, hay bastante ambigüedad acerca de lo que es periodismo y lo que no.
En medio de todo esto, el mismo Assange ofrece una imagen difícil de categorizar.
“Desde un primer momento me costó verlo como un periodista”, comentó el profesor de periodismo de la Universidad de Columbia Todd Gitlin. “Sin duda que fue un editor. Un editor con una perspectiva diferente. Una perspectiva que es antidemocrática”.
Es probable que Assange, con su personalidad irritable, no le caiga bien a demasiada gente. ¿Pero eso es razón para que no se lo considere un periodista?
“La gente tiene hoy una opinión de WikiLeaks muy diferente a la que tenía en el 2010”, manifestó Lynch. “No hay duda de eso. Yo misma pienso distinto. Eso no quiere decir que no me preocupe lo que pasará con WikiLeaks en el futuro”.
“Si empezamos a decidir quién es periodista y quién no en los tribunales y la conversación gira en torno a la forma en que WikiLeaks usó la información, pueden surgir consecuencias imprevisibles”, acotó.
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Para David Boardman, decano de la facultad de comunicaciones de la Universidad de Temple y presidente del Comité de Periodistas para la Libertad de Prensa, opina que algo que distingue a WikiLeaks de los demás son las acusaciones de que Assange violó las leyes al colaborar con Manning para conseguir documentos de guerra.
“Para mí eso es algo distinto”, manifestó Boardman, ex director ejecutivo de The Seattle Times. “No la considero una organización periodística”.
El periodista Glenn Greenwald, que está acostumbrado a las controversias acerca de la difusión de información, dijo en un tuit el jueves: “Si eres una estrella de la prensa estadounidense que se ha pasado dos años diciendo que te preocupa la libertad de prensa en relación con los odiosos tuits de Donald Trump sobre tus amigos y no levantas tu voz para protestar este serio ataque contra la libertad de prensa, mírate bien al espejo”.