Mientras los enfrentamientos continúan con dureza en Nicaragua, en la OEA se percibía la tensión política el viernes en una sesión extraordinaria sobre la crisis en el país centroamericano.
Argentina, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Perú y Estados Unidos patrocinan un proyecto de resolución de ocho puntos que exhorta al gobierno de Daniel Ortega a apoyar un calendario electoral acordado en el contexto de diálogo con la oposición y confían en que sea sometido a votación la próxima semana.
Pero el canciller nicaragüense, Denis Moncada, aprovechó la sesión para anunciar el arresto de Medardo Mairena, una persona a la que responsabiliza de ataques a una alcaldía y de la muerte de cuatro policías y un maestro, pero a quien la oposición considera uno de sus líderes.
Mairena forma parte de la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, que desde mediados de mayo ha entablado un diálogo con el gobierno de Nicaragua en busca de superar la crisis política que vive el país desde mediados de abril. Además, es uno de los representantes de los campesinos que se oponen a la construcción del Canal Interoceánico y una de las voces más firmes en pedir que Ortega deje el poder lo antes posible.
“Es un acto de represión no cabe duda, sumamente peligroso, porque él representa a un sector muy importante de nuestro país en el diálogo nacional”, dijo Pablo Cuevas, asesor legal de la Comisión Permanente de Derechos Humanos.
Sin embargo, en la sede de la Organización de los Estados Americanos en Washington el canciller nicaragüense insistió en que se quiere ensuciar la imagen del gobierno sandinista.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos indicó esta semana que ya suman 264 muertos y 1.800 heridos desde que comenzaron las protestas, pero Moncada dijo que esos datos eran parciales y poco rigurosos.
“Se le quiere endilgar al gobierno crímenes que son cometidos por grupos ilegales, delincuenciales, terroristas, con el objetivo de desequilibrar al Estado y hacer un cambio de gobierno por la ruptura del orden constitucional”, indicó.
En la misma línea se pronunció Ortega, quien se presentó en una caravana de autos hacia Masaya, 28 kilómetros al sureste de la capital, para recordar 39 años de la operación militar conocida como “El Repliegue”, que año con año terminaba con un acto masivo en el barrio Monimbó de esta localidad, pero que esta vez se tuvo que hacer en la pequeña estación de policía de la ciudad debido a que la población de ese suburbio se rebeló contra el gobierno.
Y en la capital arreciaban los enfrentamientos el viernes por la noche. El campus de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua en Managua sufría un fuerte ataque por parte de policías y fuerzas parapoliciales con el objetivo de desalojar a los estudiantes que la tienen tomada desde hace dos meses. La Cruz Roja dijo que hay heridos, aunque no precisó el número.
Por su parte, el obispo Silvio José Báez alertó vía Twitter que individuos armados estaban disparando a una parroquia en cuyo interior había heridos y un sacerdote.
La Iglesia católica se ha mantenido como mediadora en la crisis, a pesar de que algunos de sus más altos miembros en el país fueron atacados esta semana por encapuchados afines al gobierno de Ortega en lo que aparentemente fue un recrudecimiento de la represión en Nicaragua desde hace casi tres meses.
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