Nicaragua evaluaba este miércoles un diálogo nacional para buscar salidas a la turbulencia desatada por una ola de protestas y violentos choques con la policía que dejaron 27 muertos, mientras el país recuperaba poco a poco la tranquilidad.
Tras seis días de manifestaciones, enfrentamientos con la policía, saqueos y caos, Managua vive desde el martes un clima tranquilo, sin manifestaciones ni barricadas en las rutas, con el tránsito congestionado típico de días laborales.
El gobierno aportó a la distensión al no reprimir una multitudinaria marcha el lunes, con la liberación el martes de los detenidos durante las manifestaciones y levantando el bloqueo a un canal de TV censurado.
Sin embargo, algunos nicaragüenses no se atreven aún a proclamar el fin del clima de tensión.
'Vamos a ver cuánto nos dura esta calma. A mi hija no la voy a mandar a clases porque todavía no lo miro muy estable', comentó el taxista Alan Saavedra, en Managua.
El gobierno anunció que este miércoles se reanudaban las clases en las escuelas, suspendidas desde el jueves pasado por los enfrentamientos y bloqueos en las calles.
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Diálogo sin fecha
El cardenal Leopoldo Brenes, arzobispo de Managua, anunció el martes que aceptaba servir de 'mediador y testigo' de un diálogo convocado por el presidente Daniel Ortega, pero insistió en que el gobierno 'evite todo acto de violencia'.
Ortega y la vicepresidenta y primera dama Rosario Murillo agradecieron a Brenes y la Conferencia Episcopal por aceptar participar en el diálogo, para el cual sin embargo no hay fecha ni se sabe quiénes participarán.
El empresario José Aguerri, presidente del Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP), dijo a la AFP que las condiciones son ahora favorables para un diálogo, pues no ha habido actos de represión desde el domingo, se liberó a los presos y se levantó la censura al último canal de televisión bloqueado.
'Va a ser una Nicaragua más democrática' la que surja de esas conversaciones, que en su criterio deben ser inclusivas, con representantes de todos los sectores de la sociedad, agregó.
'Nosotros habíamos señalado como condiciones para sentarnos que haya libertad de expresión, libertad de movilización, libertad de presos (...) Eso se ha dado, ahora estamos esperando que la Conferencia Episcopal tome la decisión' de convocar el diálogo, dijo Aguerri.
Otro requisito del COSEP para participar en las conversaciones era la revocación de la reforma del ruinoso sistema de pensiones, que aumentaba los aportes obreros y patronales para salvarlo de la quiebra, algo que Ortega hizo el domingo.
El diálogo incluiría una nueva propuesta para rescatar al sistema de pensiones de la ruina.
Por amor a Nicaragua
El anuncio de esa reforma fue precisamente lo que disparó la ola de protestas, que no obstante revelaron el hartazgo de los nicaragüenses con las tendencias autoritarias del gobierno y la falta de libertades.
En efecto, tras la marcha atrás del gobierno en el anuncio de la reforma previsional, decenas de miles de personas se congregaron en la capital para una manifestación convocada por la COSEP, que se desarrolló sin represión ni enfrentamientos.
Empresarios, trabajadores, familias, estudiantes y religiosos, marcharon por las calles ondeando banderas de Nicaragua y entonando el Himno Nacional, para exigir libertades y coreando '¡que se vayan, que se vayan!' Ortega y Murillo.
Aprovechando la distensión del último día, la iglesia católica convocó para el sábado a una marcha 'para mostrar nuestra fe y nuestro amor a Nicaragua', anunció en Twitter el obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez.
El prelado, un duro crítico del gobierno, agregó que 'ha quedado abierto el camino para construir en modo pacifico y cívico un nuevo país (...) ¡Es hora de reconstruir la democracia! ¡Es hora de que Nicaragua vuelva a ser república!'
El gobernante Frente Sandista (izquierda), en tanto, convocó a una manifestación el jueves en apoyo al gobierno.
Sin embargo, hay grietas en el sandinismo: un importante bastión como la ciudad de León, ahora le espeta al gobierno de Ortega que se cansó de la represión y el autoritarismo.
'Creo que León se cansó, puede que seamos sandinistas, pero no danielistas, el pueblo se cansó de ser reprimido y de ser intimidado', dijo el martes a la AFP Eliza Rodríguez, mientras colaboraba en la atención de manifestantes heridos en las protestas de esa ciudad.