A los nueve años, Juan Pablo Escobar Henao recibió de su padre, el narcotraficante más famoso del mundo, su primera clase sobre las drogas. Le contó que las había consumido todas, excepto la heroína, pero lo desalentó a probarlas, igual que a seguir sus pasos.
'Mi padre no es un personaje para ser imitado. Nos mostró el camino que no debemos recorrer como sociedad, porque ese es el camino hacia la autodestrucción, a la pérdida de valores y donde la vida deja de tener importancia', asegura el hijo del extinto jefe del cartel de Medellín en entrevista con la AFP para lanzar su libro 'Pablo Escobar. Mi padre'.
Con 37 años, decidió contar la historia del hombre que amasó una gigantesca fortuna con el tráfico de cocaína hacia Estados Unidos en los años 1980 y luego libró una sangrienta guerra con el Estado colombiano para evitar ser extraditado a ese país.
'Tuve el extraño privilegio de ser hijo de Pablo Escobar. Para mí fue un gran padre. Tengo miles de cartas que me escribió aconsejándome, (...) alentándome a que me eduque, a que sea una persona de bien, a que me mantenga alejado de las drogas', dice. 'Mi papá se ocupaba hasta de amenazar a sus empleados de muerte si se fumaban un porro de marihuana delante de mí'.
Pero a pesar de todo, Escobar Henao admite que fue un secuestrador, un terrorista y un asesino. 'No puedo tapar el sol con las manos', afirma, con cierto dejo de orgullo por no haberse vuelto 'una versión más letal'.
'Pude haberme convertido en Pablo Escobar 2.0, pero me convertí en el arquitecto, en el diseñador, en el conferencista y ahora en el escritor Sebastián Marroquín', señala, en referencia al nombre que adoptó al exiliarse en Argentina con su madre y su hermana tras la muerte del capo el 2 de diciembre de 1993.
'He tenido miles de opciones de ingresar en negocios ilícitos. Pero siempre le dije que no a esas posibilidades porque yo sí aprendí la lección acerca del narcotráfico' (...) un negocio muy lucrativo y muy bueno, pero que te termina destruyendo'.
Suicidio, traición y caridad
Pablo Escobar, en su época el séptimo hombre más rico del mundo, ha inspirado libros, películas, telenovelas y hasta una serie animada. Pero según su hijo, esta es la primera vez que se cuenta realmente su verdad.
Escobar Henao sostiene, por ejemplo, que su padre no fue abatido en un tejado de Medellín, sino que se suicidó con un tiro en el oído derecho. 'No tengo dudas' de que planificó su muerte, dice, aunque aclara que lo hace porque tiene evidencias y no con la intención de mostrarlo como 'héroe o mártir'.
Además, relata la traición de su tío, Roberto Escobar, informante de la DEA, y de toda su familia paterna, y señala por qué no se prestó a vincular al expresidente de Perú Alberto Fujimori con su padre a cambio de beneficios para residir en Estados Unidos.
'Preferíamos morir con la dignidad intacta que sumarnos a una empresa criminal y de complot contra un gobierno que desconocíamos por completo cualquier tipo de relación que tuviera con mi padre'.
También apunta que nada les queda de la inmensa fortuna que les dejó Escobar al morir, porque sus enemigos, 'que habían sido incluso sus amigos en el pasado', la reclamaron como 'el botín de guerra'. 'Nos tocó despojarnos de todos los bienes y yo agradezco que eso hubiera sucedido', dice, porque 'de a poco volvimos a empezar'.
Hace tiempo que Escobar Henao muestra otra cara del daño que hizo su padre. En 2009 pidió perdón a las víctimas de la violencia del narcotráfico en el documental 'Pecados de mi padre', donde busca reconciliarse con los hijos de Luis Carlos Galán y Rodrigo Lara Bonilla, principales víctimas políticas de las miles que dejó Escobar.
Ahora, destinará el dinero del libro a su hijo y su familia, pero también, anónimamente, a 'obras de caridad en Colombia'.
'No se trata de lavar culpas sino de contribuir al bienestar del país desde el lugar que se pueda'.