Al grito de 'Hey, Fifa, ¡vuelve para Suiza!', miles de manifestantes paralizaron el tránsito el jueves en varias ciudades de Brasil a sólo 28 días del Mundial, mientras se multiplican las huelgas en año electoral.
Convocadas como un test de fuerza contra el gobierno, las manifestaciones solo lograron convocar a menos de 10,000 personas, según la policía, en Sao Paulo, Rio de Janeiro, Brasilia, Porto Alegre , Belho Horizonte y Manaos.
Las principales protestas tuvieron lugar en Sao Paulo, donde diferentes movimientos organizaron manifestaciones a lo largo del día en diferentes puntos de la ciudad, reuniendo en total a unas 6,000 personas.
En Recife (noreste), parte de la policía militar está en huelga y se registraron saqueos y destrozos en supermercados por parte de delicuentes que aprovecharon la falta de vigilancia. Varios fueron arrestados por policías vestidos de civil.
'No tiene por qué haber ningún tipo de pánico para la recepción de tres millones de turistas brasileños y 600,000 turistas extranjeros' al Mundial, dijo el ministro de Deportes, Aldo Rebelo, en el Congreso.
El expresidente Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010) criticó por su lado la virulencia de las críticas contra la organización del Mundial en Brasil y dijo que la Copa se ha politizado.
La presidenta Dilma Rousseff, su heredera política, aspira a la reelección.
'El país está listo -dentro y fuera del campo de juego- para albergar una gran Copa del Mundo. Y así lo haremos', afirmó Lula, que luchó para obtener en 2007 el derecho a organizar el Mundial en Brasil.
Vivienda 'padrón FIFA'
Miles de manifestantes del Movimiento de los Trabajadores sin Techo (MTST) incendiaron neumáticos en la mañana, gritaron consignas contra el gasto público en la Copa y exigieron una vivienda digna a apenas 300 metros del estadio inaugural del Mundial, el Arena Corinthians en Sao Paulo, constató una periodista de la AFP.
Al caer la noche, otras manifestaciones, principalmente de profesores y estudiantes, convocaban a más de mil personas en la capital económica del país.
Los manifestantes eran animados por una calavera gigante, cargada por un manifestante vestido con los colores de la bandera de Brasil al que sólo se le veían los pies y coronada con el trofeo de la Copa del Mundo en la cabeza.
'Estamos aquí contra la Copa. Porque Brasil tiene que cambiar. La Copa es inevitable, pero también lo es el cambio. Lo queremos todo 'padrón FIFA'. Los hospitales, la salud, las escuelas', dijo a la AFP José Vieira, un trabajador bancario jubilado de 56 años.
Los manifestantes, muchos envueltos en banderas brasileñas y con pelucas 'verdeamarelas', quemaron una enorme entrada simbólica a un partido de la Copa.
Otro manifestante llevaba en hombros a un gran Fuleco, el tatú que es la mascota de la Copa, que sostenía un cartel con la leyenda 'FIFA go home!'.
Unos 200 manifestantes se concentraron en la estación de autobuses de Brasilia.
'Al principio pensabamos que esto iba a ser beneficioso para el pueblo, pero no ha sido así y por eso el pueblo está descontento', dice a la AFP Pedro Amarildo, un funcionario público de 50 años, que lleva una nariz de payaso.
'¡Dilma, escucha, en la Copa tendrás lucha!', coreaban los manifestantes mientras recorrían la estación, seguidos de cerca por la policía.
Algunos manifestantes cargan cruces que llevan los nombres de los ocho trabajadores que murieron durante las obras de los estadios. A cada grito de nombre, los manifestantes gritan: '¡presente!'. La imagen se repitió en Sao Paulo, donde los manifestantes bautizaron al torneo como 'Copa das mortes'.
Rousseff enfrenta un escenario complejo de cara al Mundial y a las elecciones de octubre. Los movimientos de huelga se suceden en diversos sectores del país.
En Rio de Janeiro, que acogerá siete partidos del Mundial, entre ellos la final el 13 de julio, una huelga de 48 horas paralizó esta semana al menos un 60% de la flota de autobuses y dejó cientos de vehículos dañados. Los profesores y los vigilantes bancarios de Rio también están en huelga.
La Policía Federal, por su parte, evalúa decretar una huelga nacional en demanda de mejoras salariales, que afectaría la seguridad y la migración en aeropuertos y fronteras.
La justicia prohibió sin embargo que se realizara durante el campeonato.