En muchos países hispánicos de América, la creencia de que los brujos o personas que practican la magia negra pueden transformarse en ciertos animales, como aves y gatos, no es nueva.
En ciertas localidades de México, por ejemplo, se cree que si una lechuza está revoloteando alrededor de las ventanas o se ha posado en el techo de una casa, sus graznidos anuncian el pronto fallecimiento de una persona.
En consonancia con lo anterior, una antigua leyenda mexicana asegura que “cuando la lechuza canta, el indio muere”, lo que se relacionaría con el hecho de que los sacerdotes españoles, cuando llegaron a Latinoamérica, difundieron la creencia de que las lechuzas eran criaturas malignas, empleadas como mascotas de demonios y brujas, y usadas en oscuros e ignotos aquelarres nocturnos.
Dicha leyenda todavía permanece arraigada en el imaginario popular de esos países, pasando de generación en generación hasta nuestro tiempo, a raíz de lo cual es relativamente común que la gente, cuando ve una lechuza cerca de su casa, la insulte o grite para asustarla.
Otros entendidos, por el contrario, sostienen que tales creencias corresponden a meras falacias, ya que estas aves son asociadas erróneamente al mal y la práctica de la brujería por las mismas características físicas que las diferencias de otros animales, vale decir, sus inconfundibles y tétricos graznidos, y su capacidad para ver en la noche y mover la cabeza en 180 grados sin necesidad de moverse.
Recientemente, un video filmado en la comunidad rural de La Campana, en Durango, México, que fue difundido en Internet, causó una ola de indignación en las redes sociales, por cuanto mostraba a una lechuza a la cual le fueron quemadas las alas por creer que se trataba presuntamente de una bruja.
En el video puede verse a la lechuza atrapada en una jaula, mientras grazna lastimeramente de dolor debido a las quemaduras que le ocasionaron en las alas.
Mientras el animal es grabado puede oírse la voz de varias mujeres, quienes le preguntan al ave: “¿Quién eres?”.
Una de las mujeres comenta a otra que “anteriormente siempre venía una y se me paraba a la una o tres de la mañana en mi ventana y como que me chiflaba, pero como enojada”, mientras otra asegura que cuando vio al ave se puso a leer la Biblia “bien recio”.
Por de pronto, ninguna autoridad ambiental en Durango se ha pronunciado al respecto de estas imágenes que, como era previsible, desataron una ola de protestas entre miles de cibernautas, muchos de los cuales catalogaron a las autoras de la quema del ave como “ignorantes”, “prehistóricas” y “salvajes”.