GRETNA, Luisiana.- Más de una decena de estados en Estados Unidos dejaron que restaurantes, tiendas y otros negocios volvieran a abrir sus puertas el viernes con el fin de reactivar sus economías, actuando a su propia velocidad y con sus propias peculiaridades y restricciones para garantizar que el coronavirus no resurja.
La gente de Luisiana pudo volver a comer en restaurantes, pero tuvo que sentarse al aire libre en mesas colocadas a 3 metros (10 pies) de distancia sin servicio de meseros. Los residentes de Maine pudieron asistir a servicios en las iglesias siempre y cuando se quedaran en sus automóviles. Y un centro comercial de Nebraska reabrió con barreras de plexiglás y estaciones de gel desinfectante de manos, pero con pocos compradores.
“¡Siento como si acabara de salir de la cárcel!”, manifestó la contadora Joy Palermo mientras se sentaba con un “bloody Mary” en el Gretna Depot Cafe, en las afueras de Nueva Orleans.
Mientras tanto, el primer medicamento que se demostró ayuda a combatir la enfermedad COVID-19 obtuvo una aprobación de emergencia por parte de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos. En un estudio a gran escala, el remdesivir acortó el tiempo de recuperación de los pacientes de 15 a 11 días en promedio y también puede haber reducido las muertes.
El nuevo coronavirus ha provocado la muerte de más de 230.000 personas en todo el mundo, incluidas más de 64.000 en Estados Unidos y más de 20.000 tanto en Italia, como en Gran Bretaña, Francia y España, forzando confinamientos que han paralizado las fábricas y negocios, dejado a decenas de millones sin empleo y azotado las economías del mundo.
Ya que la crisis ha ido estabilizándose en Europa y muchas partes de Estados Unidos, los países y estados están reduciendo gradualmente sus restricciones en medio de advertencias de los expertos de salud sobre que podría haber una segunda oleada de infecciones a menos que se aumente el volumen de pruebas para detectar el virus.
En la mayor parte de Colorado, la gente pudo ir a cortarse el cabello y volver a comprar en las tiendas, aunque las órdenes de permanecer en casa seguían en vigor en Denver y en condados aledaños. Wyoming dejó que las barberías, salones de belleza, gimnasios y guarderías reabrieran sus puertas. En Maine, los campos de golf, peluqueros y dentistas reanudaron las actividades.
Los hoteles cercanos a las playas de Carolina del Sur estaban trabajando y los parques estatales abrieron sus puertas por primera vez en más de un mes. Pero en Myrtle Beach, el destino turístico más popular del estado, los elevadores de los hoteles estarán restringidos a una persona o una familia, un posible inconveniente para los complejos de 15 y 20 pisos en la zona.
La reapertura de Texas comenzó con poca gente en los centros comerciales, mientras que los restaurantes que permitían a los clientes comer en mesa estaban al 25% de su capacidad.
En diferentes partes del país, algunos manifestantes han exigido a los gobernadores reiniciar las actividades económicas. Más de 100 personas gritaban consignas y sostenían letreros frente al Centro Thompson de Chicago, donde el gobernador J.B. Pritzker tiene una oficina, para pedir el fin del confinamiento estatal.
Pritzker, al igual que muchos otros gobernadores que ponderan los riesgos de la reapertura, dijo que quiere “que todos vuelvan al trabajo y que avancemos hacia la normalidad” tanto como cualquier otra persona, pero “no voy a hacerlo hasta que sepamos que la gente está a salvo”.
En el sitio más afectado de Estados Unidos, el gobernador de Nueva York Andrew Cuomo dijo que las escuelas y universidades permanecerán cerradas por el resto del año académico.
La gente de Luisiana pudo volver a comer en restaurantes, pero tuvo que sentarse al aire libre en mesas colocadas a 3 metros (10 pies) de distancia sin servicio de meseros. Los residentes de Maine pudieron asistir a servicios en las iglesias siempre y cuando se quedaran en sus automóviles. Y un centro comercial de Nebraska reabrió con barreras de plexiglás y estaciones de gel desinfectante de manos, pero con pocos compradores.
“¡Siento como si acabara de salir de la cárcel!”, manifestó la contadora Joy Palermo mientras se sentaba con un “bloody Mary” en el Gretna Depot Cafe, en las afueras de Nueva Orleans.
Mientras tanto, el primer medicamento que se demostró ayuda a combatir la enfermedad COVID-19 obtuvo una aprobación de emergencia por parte de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos. En un estudio a gran escala, el remdesivir acortó el tiempo de recuperación de los pacientes de 15 a 11 días en promedio y también puede haber reducido las muertes.
El nuevo coronavirus ha provocado la muerte de más de 230.000 personas en todo el mundo, incluidas más de 64.000 en Estados Unidos y más de 20.000 tanto en Italia, como en Gran Bretaña, Francia y España, forzando confinamientos que han paralizado las fábricas y negocios, dejado a decenas de millones sin empleo y azotado las economías del mundo.
Ya que la crisis ha ido estabilizándose en Europa y muchas partes de Estados Unidos, los países y estados están reduciendo gradualmente sus restricciones en medio de advertencias de los expertos de salud sobre que podría haber una segunda oleada de infecciones a menos que se aumente el volumen de pruebas para detectar el virus.
En la mayor parte de Colorado, la gente pudo ir a cortarse el cabello y volver a comprar en las tiendas, aunque las órdenes de permanecer en casa seguían en vigor en Denver y en condados aledaños. Wyoming dejó que las barberías, salones de belleza, gimnasios y guarderías reabrieran sus puertas. En Maine, los campos de golf, peluqueros y dentistas reanudaron las actividades.
Los hoteles cercanos a las playas de Carolina del Sur estaban trabajando y los parques estatales abrieron sus puertas por primera vez en más de un mes. Pero en Myrtle Beach, el destino turístico más popular del estado, los elevadores de los hoteles estarán restringidos a una persona o una familia, un posible inconveniente para los complejos de 15 y 20 pisos en la zona.
La reapertura de Texas comenzó con poca gente en los centros comerciales, mientras que los restaurantes que permitían a los clientes comer en mesa estaban al 25% de su capacidad.
En diferentes partes del país, algunos manifestantes han exigido a los gobernadores reiniciar las actividades económicas. Más de 100 personas gritaban consignas y sostenían letreros frente al Centro Thompson de Chicago, donde el gobernador J.B. Pritzker tiene una oficina, para pedir el fin del confinamiento estatal.
Pritzker, al igual que muchos otros gobernadores que ponderan los riesgos de la reapertura, dijo que quiere “que todos vuelvan al trabajo y que avancemos hacia la normalidad” tanto como cualquier otra persona, pero “no voy a hacerlo hasta que sepamos que la gente está a salvo”.
En el sitio más afectado de Estados Unidos, el gobernador de Nueva York Andrew Cuomo dijo que las escuelas y universidades permanecerán cerradas por el resto del año académico.