UVALDE, ESTADOS UNIDOS.- El duelo por la matanza de 19 escolares en Texas dio paso a la ira el miércoles en Estados Unidos, donde crecen las preguntas sobre el control de armas y si esta tragedia, la última en una ola de violencia armada, pudo haberse evitado.
La pequeña localidad de Uvalde, cerca de la frontera con México, se convirtió el martes en el sitio del peor tiroteo en una escuela de Estados Unidos en una década, cometido por un perturbado adolescente de 18 años armado con un rifle de asalto comprado legalmente.
Los detalles desgarradores de la masacre, donde también murieron dos maestros, han conmocionado al país.
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En rueda de prensa, el gobernador Greg Abbott reveló que el atacante, Salvador Ramos, quien fue abatido por la policía, le disparó a su abuela de 66 años en la cara antes de dirigirse a la Escuela Primaria Robb.
Ramos, un residente local de nacionalidad estadounidense, compartió en las redes sociales su plan para atacar a su abuela, quien, aunque gravemente herida, pudo alertar a la policía y terminó trasladada en avión a un hospital en San Antonio.
El joven envió un mensaje nuevamente en Facebook para decir que su próximo objetivo era una escuela, a donde condujo vestido con un chaleco táctico y llevando un rifle AR-15.
Interrogado sobre cómo el adolescente pudo obtener el arma homicida, el gobernador de Texas rechazó repetidamente las sugerencias sobre la necesidad de legislación más estricta sobre armas en el estado, donde el apego al derecho a portar armas es profundo.
“Ha sido pura maldad”, dijo Abbott, exponiendo un argumento común entre los republicanos: que el acceso sin restricciones a las armas no es el culpable de la epidemia de violencia armada en el país.
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Esto es culpa suya
La postura de Abbott fue repetida por la NRA, el poderoso lobby pro-armas estadounidense, que emitió un comunicado atribuyendo lo ocurrido a “un criminal solitario y trastornado”.
Pero el gobernador fue confrontado por un rival demócrata, quien interrumpió la rueda de prensa para acusarlo de inacción mortal.
“Esto es culpa suya”, le increpó Beto O’Rourke, un ferviente defensor del control de armas que en noviembre aspira a competir con Abbott por su puesto.
“¡Usted no está haciendo nada!”, le dijo. “Esto es totalmente predecible desde el momento en que decidió no hacer nada”.
El reclamo de O’Rourke se produjo un día después de que el presidente Joe Biden, en un emotivo discurso, pidió al Congreso que se enfrentara al lobby pro-armas de Estados Unidos y aprobara leyes más estrictas.
El miércoles, Biden anunció que pronto visitará Uvalde.
“Todos debemos estar allí para ellos. Todos. Y debemos preguntarnos cuándo, por el amor de Dios, haremos lo que se debe hacer para, si no detenerlo por completo, cambiar fundamentalmente la cantidad de carnicerías que ocurren en este país”.
“Estoy harto y cansado de lo que está pasando y sigue pasando”, dijo Biden.
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“Horror y dolor”
En Uvalde, una pequeña comunidad mayoritariamente latina, también había indignación.
“Estoy triste y enojada con nuestro gobierno por no hacer más por el control de armas”, dijo Rosie Buantel, una residente de mediana edad. “Hemos pasado por esto demasiadas veces. Y todavía no se ha hecho nada”.
Aída Hernández, otra vecina de unos 60 años que solía enseñar en la escuela y conocía a las víctimas, lloraba al salir de misa en la iglesia del Sagrado Corazón de Uvalde.
“Todavía estoy en estado de shock”, dijo, describiendo su “horror y dolor”.
Los nombres de algunos de los niños asesinados comenzaron a conocerse: Ellie García, Jayce Carmelo Luevanos, Uziyah García.
“Mi amorcito ahora vuela alto con los ángeles allá arriba”, dijo en Facebook Ángel Garza, cuya hija Amerie Jo Garza acababa de celebrar su décimo cumpleaños.
“Te amo Amerie jo”, escribió. “Nunca volveré a ser feliz ni completo”.
Más de una docena de niños también resultaron heridos en el ataque a la escuela, que tiene más de 500 estudiantes de entre siete y 10 años, en su mayoría hispanos y económicamente desfavorecidos.
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Carnicería
El abuelo de Ramos, Rolando Reyes, de 73 años, cuya esposa aún necesitaba cirugía después del ataque, expresó su dolor por las familias en duelo.
“Lo siento mucho y tengo mucho dolor porque muchos de esos niños son nietos de amigos míos”, dijo a CBS News.
Ramos, que tartamudeaba y tenía un ceceo, había sufrido ‘bullying’ en la escuela por sus problemas de habla, y una vez se cortó la cara “solo por diversión”, contó al diario The Washington Post Santos Valdez, amigo del atacante en el pasado.
Luego de cumplir 18 años este mes, Ramos compró dos rifles de asalto y varios cientos de municiones, y una semana después organizó su ataque.
Después de conducir el vehículo de su abuela a la Escuela Primaria Robb, donde lo estrelló contra una zanja, Ramos se enfrentó a un funcionario escolar, pero pudo entrar por una puerta trasera y se dirigió a dos salones de clases contiguos.
“Ahí fue donde comenzó la carnicería”, dijo Steve McCraw, director del Departamento de Seguridad Pública de Texas.
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Horrible pesadilla
En Estados Unidos ha habido más tiroteos masivos (en los que cuatro o más personas resultaron heridas o muertas)en 2022 que días en lo que va del año, según la ONG Gun Violence Archive, que registró 213 incidentes de este tipo.
A pesar de eso, múltiples intentos de reformas sobre el uso de armas han fracasado en el Congreso.
El tiroteo de Uvalde fue el incidente más mortífero desde la matanza en la escuela Sandy Hook de 2012 en Connecticut, en la que murieron 20 niños y seis adultos.
“Este pueblo está desconsolado, devastado”, dijo Adolfo Hernández, cuyo sobrino estaba en la escuela el martes. “Solo quieres pellizcarte y despertar de esta horrible pesadilla”.
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