Por: Mohana Ravindranath/ The New York Times
El calor extremo puede ser particularmente peligroso para las personas mayores, poniéndolas en mayor riesgo de insolación y muerte. Pero, ¿podría también afectar el funcionamiento de su ADN y acelerar el proceso de envejecimiento?
Un nuevo estudio sugiere que sí. El análisis de más de 3 mil 600 adultos mayores en EU encontró que quienes vivían en vecindarios propensos al calor extremo —clasificados como de 32 grados o más— mostraron un envejecimiento más acelerado a nivel molecular en comparación con aquellos en áreas más frías.
Los hallazgos sugieren que el aumento en las temperaturas podría estar modificando químicamente el ADN de las personas y acelerando su envejecimiento biológico. El estudio estimó que una persona que vive en un área que alcanza los 32 grados o más durante 140 días o más en un año podría envejecer hasta 14 meses más rápido que alguien en un área con menos de 10 días de ese tipo.
Los investigadores analizaron tres biomarcadores de estimaciones de envejecimiento, conocidos como relojes epigenéticos, derivados de muestras de sangre de personas mayores de 56 años en un estudio separado de población nacional. Luego analizaron estas estimaciones de edad junto con seis años de datos climáticos diarios.

Los relojes epigenéticos miden los cambios biológicos que podrían predecir el riesgo futuro de enfermedad o muerte asociada con la vejez. Estiman “qué tan bien está funcionando el cuerpo a nivel molecular y celular”, dijo Eun Young Choi, asociada postdoctoral en la Escuela de Gerontología Leonard Davis de la Universidad del Sur de California y coautora del artículo. Si bien el ADN se fija al nacer, factores externos como el estrés o la contaminación pueden desatar cambios moleculares que afectan el funcionamiento de genes. “El ADN es como un plano”, dijo Choi, pero estos cambios epigenéticos son como la “central que controla qué parte del plano se activa”.
Existe cierto debate sobre si los relojes epigenéticos son la mejor medida del envejecimiento, dijo Rachel Morello-Frosch, científica de salud ambiental en la Universidad de California, en Berkeley. Cómo usar los biomarcadores para predecir la salud futura es un “espacio en evolución en la ciencia”, dijo.
Los cambios epigenéticos tampoco son necesariamente malos, y el estudio no aclara si podrían reflejar adaptaciones positivas al calor en lugar de negativas, afirmó Greg Wellenius, epidemiólogo ambiental de la Universidad de Boston. Las personas en zonas más cálidas podrían haberse aclimatado al calor, añadió. Pero el simple hecho de “indicar que hay un cambio cuantificable a nivel celular” es un paso hacia comprender el efecto del calor, añadió.
Este estudio sugiere que aún si las personas no corren un riesgo inmediato de crisis de salud o muerte a causa del calor, “aún puede haber un efecto”, dijo Mariana Arcaya, profesora de planificación urbana y salud pública en MIT.
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