Por Victor Mather / The New York Times
Un museo exhibía una obra de arte compuesta por dos latas de cerveza vacías. Por accidente fue tirada a la basura.
La obra de arte, titulada “Todos los buenos momentos que pasamos juntos”, fue creada en 1988 por Alexandre Lavet, quien describió su estilo como “combinando legados del arte minimalista, contextual y conceptual”. Se exhibió en Lam, un museo dedicado a la comida y la alimentación en Lisse, Países Bajos, una ciudad aproximadamente 40 kilómetros al suroeste de Amsterdam.
La obra no consistía simplemente de dos latas usadas, como el museo se esforzó en señalar en su página web. “Si miras de cerca, descubrirás que las latas abolladas y vacías están pintadas a mano”, decía. “Cada detalle ha sido pintado en las latas con precisión utilizando pintura acrílica”. Lastimeramente, añadió, “la creación de la pieza de Lavet requirió mucho tiempo y esfuerzo”.
La confusión sobre la obra se vio agravada por su ubicación. “Nuestro arte anima a los visitantes a ver los objetos cotidianos bajo una nueva luz”, dijo Sietske van Zanten, la directora del museo, en el sitio web del museo. “Al exhibir obras de arte en lugares inesperados, amplificamos esta experiencia y mantenemos alertas a los visitantes”.
Las latas estaban exhibidas en la parte superior de un elevador de vidrio, diseñado para que pareciera “como si las hubieran dejado durante la construcción”.
Sin embargo, lo que pasa con los elevadores es que a veces es necesario que los visite un mecánico. Y a veces ese mecánico es una persona ordenada que recoge basura que puede haber “quedado atrás durante la construcción”. Y eso es lo que ocurrió en el museo de Lam el mes pasado.
El museo dijo que no estaba enojado con el mecánico del ascensor. “Simplemente, estaba haciendo su trabajo de buena fe”, dijo Van Zanten. “En cierto modo, es un testimonio de la eficacia del arte de Alexandre Lavet”.
Pero la historia tiene un final feliz: después de una búsqueda, un curador encontró los botes en una bolsa de basura. Las latas necesitaron un poco de limpieza, pero por lo demás no estaban dañadas.
Por ahora se exhibirán en un “lugar de honor”, dijo el museo.
La vida puede ser peligrosa para una obra de arte poco convencional.
El artista británico Damien Hirst armó una obra en una galería de Londres en el 2001 que incluía envolturas de dulces, periódicos, tazas de café, ceniceros y, sí, botellas de cerveza vacías. Después de una noche de gala de inauguración, una afanadora tiró todo. Sin embargo, gran parte de la obra se salvó de la basura y Hirst dijo que encontró el episodio divertido.
Una obra de las artistas Sara Goldschmied y Eleonora Chiari, en Museion, un museo en Bolsano, Italia, consistía de 300 botellas de champán vacías, confeti y colillas de cigarrillos, para dar la apariencia de los detritos de una fiesta alocada. Toda una labor para los conserjes, pero aun así lo limpiaron todo a conciencia en el 2015, al grado de clasificar el vidrio para su reciclarlo. Se recuperó suficiente obra para la reconstrucción.
Hubo un final más triste para una instalación del artista alemán Gustav Metzger en la Tate Britain en el 2004. Parte de la obra era una bolsa de basura. Como era de esperar, la sacaron junto con el resto de la basura y la arrojaron a una trituradora. Fue sacada, pero se consideró demasiado dañada para repararla. El artista proveyó una nueva bolsa de basura.
Claire Moses contribuyó con reportes a este artículo.
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