Por Emily Anthes / The New York Times
Una mañana lluviosa en el Lincoln Park Zoo de Chicago, los chimpancés estaban tranquilos en su recinto, ignorando a su audiencia de niños escandalosos.
Sin embargo, fuera de la vista del público, vivía otro grupo de chimpancés menos entusiastas respecto a los extraños.
Cuando vieron a dos visitantes desconocidos, corrieron al borde de su recinto. Eli, un joven adulto apacible, se acercó con el pelo de punta. Susie, una hembra pequeña, pero tenaz, vio a un fotógrafo y emitió un grito agudo.
“Podría estar molesta por las cámaras”, dijo Jill Moyse, la curadora de primates.
Antes de llegar al zoológico en el 2020, Eli y Susie habían trabajado en Hollywood, al aparecer en programas de televisión, videos musicales y comerciales.
Los chimpancés cautivos no estuvieron protegidos por la Ley de Especies en Peligro de Extinción de EU sino hasta el 2015, e incluso ahora no existe una prohibición general en Estados Unidos a que ciudadanos tengan chimpancés o los críen como mascotas o para entretenimiento.
La práctica puede acabar en tragedia, ya que los chimpancés —criaturas muy inteligentes y sociales— a veces lesionan gravemente a las personas.
Durante años, primatólogos y grupos de defensa de los animales han intentado poner fin a la práctica de tener chimpancés como propiedad privada. Se las han ingeniado para trasladar a muchos chimpancés que antes eran mascotas o actores, y sus esfuerzos ayudaron a convertir a Eli en el último gran simio en trabajar en Hollywood.
No obstante, casi 80 chimpancés siguen en manos privadas, de acuerdo con Project ChimpCARE, una iniciativa del Lincoln Park Zoo.
Y muchos ex chimpancés, mascotas y actores aún tienen una larga vida por delante, con un pasado del que podría ser difícil desprenderse.
“Los efectos son tan perdurables”, señaló Maureen Leahy, vicepresidenta de cuidado animal y horticultura en el Lincoln Park Zoo. “Hemos trabajado cuatro años con Eli y Susie para que vuelvan a ser chimpancés”.
Eli y Susie nacieron en la Fundación de Primates de Missouri, que alguna vez fue uno de los principales proveedores de chimpancés domésticos y actores de Estados Unidos, de acuerdo con el grupo de derechos de los animales PETA.
En el 2017, PETA demandó al centro de primates, al alegar que sus chimpancés vivían en “recintos estrechos y prácticamente desolados” esparcidos de desechos y con poco acceso al aire libre. La demanda finalmente resultó en el cierre del centro de primates y el traslado de sus chimpancés a un santuario acreditado.
Cuando Eli y Susie llegaron por primera vez al Lincoln Park Zoo, Eli abrazaba su sábana contra su cuerpo y se mecía constantemente, a veces gritando. Cuando en especial se enojaba, se propinaba una bofetada.
Científicos han documentado una y otra vez tales conductas en chimpancés que fueron separados de sus madres a edad temprana o que fueron criados en entornos no naturales.
El zoológico sabía que Eli y Susie necesitaban la compañía de chimpancés.
El truco sería encontrar los amigos adecuados para dos simios que no estaban familiarizados con las señales sociales normales. “No ‘hablaban chimpancé’”, dijo Moyse.
El zoológico comenzó presentando a Magadi, una hembra de mediana edad conocida por sus habilidades sociales. Luego añadió a Patrick y Zachary, que habían pasado años en un zoológico a la orilla de una carretera donde también habían sido castrados.
Los cinco chimpancés llegaron a ser conocidos como “la tropa de Eli”, pero Eli parecía no estar preparado para la vida de chimpancé, en la que el conflicto es común. “Si hay alguna agresión, se bloquea por completo”, dijo Moyse. “Comienza a gritar, empieza a mecerse y se pone a correr de un lado a otro”.
Susie no se derrumbó durante el conflicto, pero a veces buscaba la ayuda de miembros del personal para resolverlo.
La mayoría de los chimpancés de la manada parecía tener una obsesión enfermiza con los humanos. Para alentar a los animales a que se enfocaran en sí mismos, el zoológico decidió alojarlos en un hábitat tras bambalinas, donde la gente estaría menos presente.
Ahora, el personal a menudo mantiene los animales a una distancia e ignora sus ruegos, como rechazar las solicitudes de Susie para mediar conflictos y negarse a responder cuando Zachary lanza besos.
Eli ha comenzado a acicalar a Zachary, una conducta importante para crear vínculos, y ha dejado de golpearse a sí mismo. Su vaivén es menos frecuente, aunque no ha desaparecido. Susie ha conectado con Patrick y Magadi, y parece haber asumido un papel de liderazgo.
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