Por Vivian Wang/The New York Times
Beijing — Los trabajadores del Gobierno chino tienen mucho de qué preocuparse hoy en día. Los gobiernos locales con problemas de liquidez están batallando para pagar los salarios. Los controles políticos se están endureciendo en nombre de la seguridad. Una purga anticorrupción de años no da señales de terminar.
Ahora, los trabajadores también deben asegurarse de no merecer el “Premio Caracol” —una designación que cada vez más localidades están implementando para avergonzar a sus empleados de bajo desempeño.
“A través de este ‘estímulo’ sarcástico, los premiados pueden sonrojarse, sudar y refrescar sus mentes”, reza un comentario en un sitio web afiliado al Partido Comunista, señalando que habían dañado la credibilidad del Gobierno al partido con sólo “hacer lo mínimo”.
Quizás ahora más que nunca, el Gobierno chino no puede darse el lujo de que sus funcionarios holgazaneen. A medida que se desacelera el crecimiento económico, necesita líderes que introduzcan nuevos proyectos, atraigan inversionistas e inspiren a la gente común —en esencia, desaten el dinamismo que impulsó el ascenso de China.
Pero muchos funcionarios parecen desmotivados para actuar, si no es que completamente asustados. Bajo Xi Jinping, el líder de línea dura de China, el Estado ha tomado medidas enérgicas contra diversos sectores, desde empresas de Internet hasta empresas de tutoría privada y finanzas. Se ha vuelto imposible adivinar cuál podría ser el siguiente. Cualquier política que se desvíe de la del Gobierno central podría considerarse políticamente desleal.
Mientras que alguna vez los funcionarios compitieron por reclamar proyectos de infraestructura llamativos, recientemente han sido castigados por recaudar dinero o emprender proyectos de construcción sin autorización. Al parecer, la ruta menos peligrosa es no hacer nada.
Hasta que deja de serlo. En medio de la avalancha de llamados a que los funcionarios se esfuercen, al menos tres ciudades han estado otorgando premios caracol, dijo el People’s Daily, el periódico oficial del partido. Videos en las redes sociales chinas, tomados de un programa de televisión estatal en la provincia de Sichuan, muestran a hombres trajeados con rostros adustos recibiendo certificados enmarcados.
Ése es uno de los castigos más leves. Un distrito urbano en la provincia de Guangdong dijo que había creado una base de datos para rastrear a los funcionarios que, dijo, estaban “acostados” —el término chino para holgazanear. Otros lugares se han jactado de reasignar o despedir a empleados.
La Comisión Central de Inspección Disciplinaria, el organismo interno anticorrupción del partido, dijo en enero que castigó a 138 mil funcionarios en 2024 por delitos que incluían “irresponsabilidad”, “inacción” o “fingen trabajar”. Eso fue más del doble que el año anterior.
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