Por: Vivian Wangi/ The New York Times
El trabajador ideal en Shandong Shuntian Chemical Group, de acuerdo con un memorándum interno, es trabajador, virtuoso y leal. Y, quizás lo más importante, dispuesto a tener hijos por el bien del País.
Ese fue el mensaje que la empresa china envió recientemente a sus empleados solteros, en un aviso que se diseminó por las redes sociales. Se les indicaba que formaran una familia para el 30 de septiembre, o habría repercusiones.
“Si no pueden casarse y formar una familia en tres trimestres, la empresa rescindirá su contrato”, decía el mensaje.
Tras ser objeto de burlas en línea, Shandong Shuntian anunció que había retractado la orden. Pero no era la primera empresa intentando dictar la vida de sus empleados en medio de la creciente preocupación por el desplome en las tasas de matrimonio y natalidad en China. Semanas antes, una cadena de supermercados había recomendado a su personal no solicitar regalos de boda para reducir los costos de las mismas.
Ambas órdenes fueron ampliamente criticadas por muchas de las razones por las que las personas no tienen hijos. Además del costo de los hijos, muchos jóvenes chinos citan el deseo de autonomía personal.
El año pasado, 6.1 millones de parejas chinas se casaron —la menor cantidad desde que el Gobierno comenzó a publicar estadísticas en 1986. La población de China ha caído durante tres años consecutivos.

Las autoridades han intentado revertir estas tendencias. Funcionarios han visitado a mujeres para preguntarles si planean embarazarse; han publicado propaganda que afirma que el embarazo puede hacer a las mujeres más inteligentes; y han hecho un llamado a crear un “ambiente social favorable a la fertilidad”.
Hace años, cuando las autoridades chinas querían limitar la natalidad, recurrieron a medidas coercitivas como abortos forzados y esterilizaciones. Ahora que Beijing intenta hacer lo contrario, está adoptando una postura más blanda, quizás para evitar generar una resistencia masiva.
Sin embargo, los funcionarios han mostrado su apoyo a la intromisión de algunas empresas, como en el caso de la cadena de supermercados Pangdonglai. El fundador de la cadena, Yu Donglai, escribió en las redes sociales en noviembre que pronto prohibiría a los empleados intercambiar los pagos, a veces de decenas de miles de dólares, que un hombre tradicionalmente entrega a la familia de su futura esposa. Los críticos de esta práctica argumentan que hace que el matrimonio sea inalcanzable para muchos.
En lugar de emitir órdenes, el Gobierno podría preferir generar presión social para tener hijos, señaló Lu Pin, experta feminista china. “La gobernanza mediante normas sociales es económica, de bajo riesgo y evita la rendición de cuentas del Gobierno”, concluyó.
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