Por River Akira Davis e Hisako Ueno / The New York Times
Japón — Los científicos en Japón están corriendo contra el reloj para salvar el arroz más popular del País de los efectos del cambio climático.
En un centro de investigación en la prefectura de Niigata, el corazón montañoso de producción de arroz de Japón, los científicos han identificado un patrón dentro del ADN del arroz que hace que ciertas variedades sean resistentes al calor.
Ahora se están embarcando en una búsqueda para cruzar esa firma genética con el koshihikari, el arroz japonés que ha encabezado abrumadoramente las ventas en los supermercados del País durante más de 40 años. El destino de esta variedad, considerada el “rey” de los arroces japoneses, podría depender de si tienen éxito.
El año pasado, el arroz koshihikari fue devastado por el verano más caluroso jamás registrado en Japón. En comparación con otros arroces, el koshihikari tiene una tolerancia muy baja al calor y sus granos se vuelven turbios y quebradizos.
Fue un duro golpe para los agricultores de Niigata, donde el arroz koshihikari es la mayor producción agrícola de la economía. El año pasado, menos del 5 por ciento del arroz de la prefectura fue calificado como de la máxima calidad, que permite venderlo a un precio más alto —6 o 7 dólares más por una bolsa de 60 kilos.
Durante la última década, alrededor del 80 por ciento del arroz koshihikari ha sido calificado de primer nivel.
Desde los productores de uva en Burdeos hasta los recolectores de cacao en África, los agricultores se han visto obligados a modificar prácticas vigentes durante generaciones. El calor también está afectando la producción de arroz en otros centros de cultivo asiáticos como Vietnam y Tailandia.
“Para nosotros, el verano pasado fue un shock extremo”, dijo Kazuyuki Kobayashi, especialista en el Instituto de Investigación Agrícola de Niigata, fundado en 1895. Esto ha dejado a los científicos allí corriendo por desarrollar un koshihikari capaz de resistir el calor extremo.
“Habíamos estado desarrollando arroz basándonos en proyecciones de las altas temperaturas que se alcanzarían a finales del siglo 21”, dijo Kobayashi. El verano pasado, “esas temperaturas ya habían llegado” a Niigata, dijo.
Un día nublado de septiembre, Shingo Kuwabara, de 38 años, iba a la mitad de cosechar koshihikari cuando un aguacero lo obligó a tomar un descanso. Kuwabara supervisa cerca de 40 hectáreas que pertenecen a su familia desde hace más de 300 años.
Hace aproximadamente una década, Kuwabara comenzó a cultivar una pequeña cantidad de shinnosuke —un arroz cultivado por el centro de investigación de Niigata que es capaz de soportar temperaturas extremas. Durante la ola de calor del año pasado, los cultivos shinnosuke de Kuwabara se mantuvieron saludables.
El shinnosuke representa sólo el 5 por ciento del arroz de Kuwabara. Pero si las temperaturas siguen aumentando como lo han hecho, para cuando pase la granja a la siguiente generación, es posible que deba componer aproximadamente la mitad de la producción de la granja, dijo.
El shinnosuke tiene algunas desventajas. Tiende a infectarse con hongos y los minoristas de arroz en Niigata dicen que los consumidores aún prefieren el sabor del koshihikari de grano más pequeño.
Muchos agricultores en Niigata dicen estar reacios a alejarse del koshihikari. Tiene mucho tiempo de ser el orgullo de Niigata y generaciones de brindar a las familias ingresos estables.
“Aumentar o no el shinnosuke es una apuesta”, dijo Kuwabara. Por ahora, “tengo la esperanza de que desarrollen el koshihikari como un cultivo resistente al calor”, dijo.
En el centro de investigación de Niigata, los científicos han identificado una secuencia de ADN que podría ayudar al koshihikari a resistir el calor extremo. Después de muchas pruebas, se distribuirá un koshihikari resistente al calor a los agricultores de Niigata.
“Nuestra labor aquí es 99 por ciento esfuerzo”, dijo Takeshi Shiraya, investigador titular del instituto. El último por ciento, dijo, “depende de los dioses”.
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