Derna vuelve al desarrollo tras quedarse en la ruina por inundaciones

La labor de restauración ha traído cierto optimismo a la ciudad de Derna en Libia, incluso cuando amenaza con afianzar aún más la corrupción tras volver al desarrollo

  • 23 de septiembre de 2024 a las 08:48
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Por Vivian Yee/The New York Times

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En una Ciudad famosa por su malecón mediterráneo, sus pescadores y sus restaurantes de mariscos con vista a las olas cerúleas, la gente ha llegado a temer al mar.

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Nadie sabe cuántos cuerpos fueron arrastrados en la inundación que dejó gran parte de Derna en ruinas hace un año, después de que una potente tormenta provocó la rotura de dos presas viejas en las montañas sobre la Ciudad. La cifra oficial de muertos es de unas 4 mil, pero miles más siguen desaparecidas, dicen los residentes y las autoridades libias, una cifra agonizante que subraya la disfunción que, residentes y analistas afirman contribuyó al desastre.

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“La pesca era mi pasatiempo favorito”, dijo Mostafa Saied, de 54 años. “Ahora evito el mar y todo lo que tiene que ver con él. Hay muchos cadáveres allí. Me imagino que los peces se los comen y yo ya no puedo comerlos”.

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Las aguas arrancaron a su esposa, sus tres hijas y uno de sus dos hijos de la azotea donde se refugiaban.

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Las inundaciones impactaron el valle que atraviesa Derna en septiembre del 2023, destruyendo los tres puentes que conectan el este y el oeste de la Ciudad y destruyendo edificios en ambos lados. Las autoridades prohibieron a muchos periodistas extranjeros entrar a reportear sobre las consecuencias de la inundación el año pasado. Sin embargo, para el aniversario invitaron a The New York Times y a otras organizaciones de noticias a ver el esfuerzo de reconstrucción.

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Ahora los esqueletos de tres puentes nuevos se elevan desde el polvoriento suelo del valle, los frutos más visibles de un veloz esfuerzo de reconstrucción de 2.1 mil millones de dólares financiado por una de las dos administraciones gubernamentales rivales de Libia y supervisado por el hijo de un señor de la guerra. La labor de restauración ha traído cierto optimismo a Derna, incluso cuando amenaza con afianzar aún más la corrupción.

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Están reabriendo las tiendas y cafés, pero muchos dependen de generadores durante los frecuentes cortes de energía. Algunas de las más de 40 mil personas desplazadas por las inundaciones han vuelto a sus antiguos hogares, prefiriendo regresar —aún desconectadas del sistema de agua y drenaje de la Ciudad— en lugar de pagar renta o vivir con familiares.

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Los residentes de Derna expresaron entusiasmo por el vertiginoso ritmo de renovación, especialmente después de décadas de poco desarrollo en la Ciudad.

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Sin embargo, no pueden olvidar del todo que viven en un cementerio. “En lo que respecta a edificios, será mucho mejor que antes”, dijo Najma Mohamed, de 49 años. El centro histórico de la Ciudad, junto con el malecón, quedaron destruidos por la inundación.

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“Pero siempre extrañaremos la parte antigua y las familias que perdimos”, dijo. Su hermano y su familia murieron en la inundación.

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De uno de los nuevos puentes cuelga una pancarta gigante que muestra al General Khalifa Hifter, el señor de la guerra que controla el este de Libia y dirige el autodenominado Ejército Nacional Libio —un recordatorio de a quién deben dar crédito los residentes de Derna por la recuperación de la Ciudad.

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Uno de los hijos de Hifter, Belgacem Hifter, dirige el fondo oficial de reconstrucción de la zona inundada. Los analistas dicen que está repartiendo contratos lucrativos casi sin supervisión ni transparencia.

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Los detractores dicen que el esfuerzo de reconstrucción corre el riesgo de recrear la corrupción que probablemente jugó un papel en el deterioro de las presas que se rompieron. Aunque 12 funcionarios fueron condenados en julio por su papel en el descuido de las presas, los funcionarios de alto rango nunca fueron procesados, llevando a acusaciones de que los líderes libios habían eludido la verdadera rendición de cuentas.

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“Estamos viendo cómo se repite la historia”, dijo Anas El-Gomati, director del Instituto Sadeq, un centro de investigación libio. “La misma falta de supervisión que permitió que los fondos de mantenimiento desaparecieran, dejando a las presas vulnerables, ahora está potencialmente canalizando el dinero de la reconstrucción a un laberinto de tratos sospechosos”.

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El fondo de reconstrucción dijo en un comunicado que estaba dispuesto a cooperar con organismos como las Naciones Unidas en revisiones y supervisión financieras. Dijo que estaba adjudicando contratos a empresas locales, no sólo a contratistas extranjeros.

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Abdelnasser Alzergi, de 52 años, regresó a su casa en un edificio con vista al valle hace tres meses para escapar del aumento en las rentas. “Todos los días aún recuerdo a mis vecinos”, dijo. “Muchos de mis vecinos gritaban pidiendo ayuda y yo no podía ayudarlos”.

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Hakim al-Yamani contribuyó con reportes a este artículo.

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© 2024 The New York Times Company

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