El Cairo sufre restricciones de horarios por crisis energética
Los habitantes de El Cairo enfrentan apagones y restricciones horarias, mientras la crisis económica se profundiza afectando negocios y vida nocturna
- 14 de septiembre de 2024 a las 11:08
Por Vivian Yee/The New York Times
EL CAIRO — Llegan las 22:00 horas al barrio Sayyida Zeinab de El Cairo con la misma tenacidad que a cualquier otro lugar, pero en las calles comerciales y en los cafés, pocas personas solían mirar el reloj. Quizás en otros países fuera casi hora de dormir, pero El Cairo prácticamente aún estaba despertando.
Así era el verano en el pasado. Los días eran para mantenerse frescos en el interior, o al menos evitar el sol. La noche ofrecía misericordia. El barrio cobraba vida sólo después de isha, la última de las cinco oraciones musulmanas diarias. El día se prolongaba hasta la madrugada.
Este verano no ha sido así. Ante la escasez de energía, el Gobierno impuso horarios de cierre más tempranos y las 22:00 horas ahora traen un oscurecimiento a Sayyida Zeinab.
Después de años de crisis económica que han hecho de la vida una penuria para todos, salvo los más ricos, Egipto tiene escasez de gas natural y fondos para comprar más, requiriendo apagones diarios en todo el País hasta hace unas semanas. Así, a partir de julio, llegaron órdenes desde arriba: para ahorrar electricidad, las tiendas deben cerrar a las 22:00 horas y cafés, restaurantes y centros comerciales a medianoche, un poco más tarde los fines de semana. Sólo están exentas las tiendas de abarrotes y las farmacias.
Los cairotas ricos de los suburbios pueden ir de casas con aire acondicionado a automóviles con aire acondicionado a centros comerciales con aire acondicionado, o incluso enviar a sus porteros a hacer mandados. En las áreas tradicionales del centro de El Cairo, esa opción no existe.
“Egipto es un cementerio”, dijo Saied Mahmoud, de 41 años, que trabaja desde el mediodía hasta el cierre en la pequeña tienda de ropa de su padre, cerca de la emblemática mezquita de Sayyida Zeinab. “Todo mundo está muerto por dentro”.
Gana apenas lo suficiente para comida, renta y pasajes de autobús después de años de precios al alza, aún cuando la inflación se ha enfriado un poco en los últimos meses, dijo. No puede encontrar un trabajo mejor a pesar de tener una maestría en negocios. Y a pesar de sus astutos intentos por permanecer abierto después de las 22:00 horas (persiana parcialmente cerrada, luces atenuadas), los clientes apenas llegaban, quizás ahuyentados por la serie de tiendas cerradas o sin dinero para comprar ropa nueva.
Tener que cerrar antes “simplemente hizo que el agua turbia se volviera aún más turbia”, dijo, usando una expresión egipcia que significa que las cosas habían ido de mal en peor.
Desde que llegó al poder mediante una toma militar en el 2013, el Presidente Abdel Fattah el-Sisi ha prometido prosperidad para un Egipto nuevo y mejorado. Sin embargo, para la mayoría de los egipcios, la mayor parte de la última década ha sido una espiral descendente. Las sucesivas devaluaciones de la moneda a partir del 2016 dañaron su capacidad de comprar bienes importados. La pandemia del coronavirus y las guerras en Ucrania y Medio Oriente sacudieron una economía ya debilitada por las políticas de El-Sisi. La inflación se disparó; los salarios no, y Egipto escatimó en el gasto en atención médica y educación que alguna vez sustentaron la vida de clase media.
A pesar de las recientes inyecciones de efectivo de inversionistas y prestamistas internacionales, los analistas dicen que el País podría enfrentar una nueva crisis a menos que haga cambios. Y los rescates del Fondo Monetario Internacional han obligado al Gobierno a recortar subsidios vitales para muchos egipcios pobres. Apenas el mes pasado, Egipto volvió a aumentar los precios de la electricidad.
Eso significa aún más presión para la peluquería de Ahmed Ashour. Por lo general, permanece abierto de las 19:00 a las 5:00 horas durante todo el verano: hace tanto calor que a los hombres se les inflama la piel si se afeitan durante el día, explicó. Además, tiene un trabajo diurno de las 7:00 a las 15:00 horas en el Ministerio de Finanzas. Pero con menos gente en la calle y las billeteras casi vacías de los clientes, Ashour estimó que había perdido el 70 por ciento de su negocio.
“Llega un punto en el que no podemos continuar así”, dijo Ashour. “Es como si nos estuviéramos ahorcando”.
Emad Mekay contribuyó con reportes a este artículo.
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